Los árbitros de fútbol
Para no desentonar con el tema de moda y ante la falta de conocimientos
suficientes para comentar los partidos, bueno es hablar de los árbitros,
figuras centrales y por demás indispensables en el desarrollo de cada uno de
los partidos.
Su labor, la menos vistosa pero la más comprometida en el desarrollo de
cada juego es al final una especie de válvula de escape por donde se destila y
se decanta toda la pasión acumulada durante los 90 minutos de la contienda. Los
ganadores como es apenas lógico se prodigan en alabanzas para sus jugadores y
su cuerpo técnico, mientras que los perdedores no pierden la ocasión para
culpar al árbitro de su derrota. Triste destino de esta profesión, de saberse
culpable de las derrotas y nunca de los triunfos de los equipos en contienda.
Su trabajo en la cancha, según los entendidos, no debe traspasar las fronteras
de la más completa discreción, pues en ningún caso debe ser protagonista y
menos opacar con su actuación el desempeño individual de los jugadores y del
partido como espectáculo para los miles de espectadores que generalmente colman
el estadio.
Por este camino de la sencillez y la modestia en la actuación, según
parece, es que se llega a la fama. Muy pocos saben al final cuáles fueron los
árbitros ganadores y perdedores en un mundial de fútbol, porque nunca se sabe
cuáles son los criterios de evaluación de su trabajo.
En lo que va corrido del presente campeonato por ahora no creo que haya
ganadores en asuntos de arbitraje porque hasta la fecha todos sin excepción han
sido cuestionados, incluyendo claro está nuestro compatriota Roldán, al que no
le fue muy bien en su primera presentación. Gritarle improperios al árbitro
antes, durante y después de los partidos es una costumbre que se practica sin
consideración en todos los estadios del mundo sin importar culturas ni países.
Ojalá las ayudas tecnológicas que con éxito se están poniendo en práctica en
los estadios contribuyan a disminuir la carga de responsabilidad que llevan
sobre sus hombros los árbitros de futbol, especialmente en lo que tiene que ver
con la legalidad de las anotaciones cuando el balón de forma esquiva y dudosa
no pasa bien la raya de sentencia. Como no puede haber buenos partidos sin
buenos árbitros, hacemos votos porque lo que falta del campeonato sea pródigo
en buenos espectáculos futboleros que tanto gustan y embelesan a todas las
naciones.
Artículo escrito por Alfonso Marín
en LaVanguardia
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