Ignacio Iglesias Villanueva ´A los árbitros nos duele más que a nadie equivocarnos´
Herculino de nacimiento (A Coruña, 01-06-1975) y eumés de sentimiento, Ignacio Iglesias Villanueva depositará el próximo lunes el testigo de los árbitros coruñeses en la máxima categoría del fútbol español. Pitará el partido Almería-Real Sociedad, dieciséis años después de la retirada de Raúl García de Loza y transcurridos cuatro desde que Evaristo Puentes Leira colgase el silbato. Galicia ha tenido representación después con el ourensano Bernardino González Vázquez, ahora retirado. Iglesias Villanueva ha protagonizado un ascenso meteórico de divisiones regionales hasta Tercera, entre 1989 y 1995, y desde ese año hasta el pasado mes de junio consolidó su trayectoria en el arbitraje nacional en Segunda B y Segunda. Ayer, "tranquilo" antes de su bautismo en Primera, ensayaba su debut en un amistoso Eume-Deportivo de categoría juvenil.
-Lleva quince años en categorías nacionales. ¿El debut del lunes le quita el sueño?
-No. Estoy tranquilo, aunque supongo que ese día tendré un gusanillo lógico por el cuerpo. Pero cuando empiece el juego estaré concentrado en la tarea y tratando de sacar el partido lo mejor posible.
-¿Duerme bien si tiene una actuación errónea o polémica?
-Si sé que tuve errores, no duermo bien ni estoy tranquilo. Mucha gente piensa que arbitramos, nos equivocamos y nos marchamos a casa, pero no es así: analizamos nuestros partidos y vemos los aciertos y los errores, por los que damos explicaciones a nuestro comité. A nosotros nos duele más que a nadie equivocarnos.
-Pero siguen siendo los malos de la película, un "mal necesario", como comentan incluso los medios de comunicación, donde pocas veces se les trata bien.
-Es absurdo que se nos considere un mal necesario, estoy en contra de esa apreciación. De todas formas, a los árbitros eso se nos escapa y nada podemos hacer. Creo que es una cuestión de cultura deportiva. Y lo explico siempre con el mismo ejemplo: ya sabemos lo que pasó el día que Djukic falló el penalti que no le dio la Liga al Deportivo. López Nieto pitó bien el penalti, Djukic no lo marcó pero salió del partido consolado por la afición. ¿Qué hubiese pasado si López Nieto no hubiese señalado el penalti? Pues a día de hoy no podría entrar en A Coruña. Los penaltis hay que marcarlos. Se equivocan jugadores y árbitros. Nosotros somos iguales que cualquier jugador o técnico. Los errores van con nuestra actuación, pero en nuestro trabajo tratamos de que los errores sean los menos y los aciertos los máximos.
-¿Los árbitros piden respeto para su profesión?
-Sí, pero eso lo veo como una batalla perdida, soy pesimista. Me cuesta ir a ver un partido de críos y tenerme que ir porque siento vergüenza de lo que veo: padres que insultan a los niños del otro equipo o aconsejan juego sucio. Si trasladamos este ejemplo al fútbol profesional, ¿qué podemos esperar? De todas formas, los aficionados han evolucionado y se conocen las reglas, por lo que los altercados, aunque los hay, cada vez son menos.
-¿Llega a Primera División a una edad apropiada, 35 años?
-Creo que llego en el momento oportuno, tanto por la edad como por la experiencia.
-Lleva en el arbitraje desde los 14 años. ¿Por qué el silbato?
-Me lo propuso mi padre y a día de hoy no sé por qué, ya que él no conocía a ningún árbitro. Me habló de un curso en Ferrol, al principio no me atrajo pero me convenció y me animé. El deporte siempre fue una máxima en mi familia. Noté que el arbitraje me gustaba y en la delegación de Ferrol me encontré muy buen ambiente y a muy buena gente que me acogió como a un hijo. De allí salieron algunos de mis mejores amigos.
-¿Qué le cautivó más?
-Me entusiasmaba que llegase el viernes para saber qué partidos me tocaba arbitrar y a qué lugares tenía que ir a pitar. Era la ilusión de la semana, sobre todo viajar como asistente con algún árbitro.
-¿Qué categoría le forja más, una regional o una nacional?
-El arbitraje es aprendizaje continuo. Cada árbitro tiene su propia historia y evolución, que te la dan los partidos y la actitud personal.
-¿Un árbitro aprende de otro?
-Por supuesto. Yo me fijo en todos los arbitrajes que veo, tanto nacionales como internacionales o de cualquier categoría. Y me quedo con lo que creo que puede ser aprovechable para mi estilo de arbitraje aunque ya esté definido a estas alturas. Hay que tener prudencia y humildad para pensar que se puede aprender de cualquier persona. No por estar en una división superior lo vamos a saber todo.
-¿Quién le aconseja?
-Por esos buenos amigos que fueron árbitros y que siguen mis pasos. Por la comisión técnica del Comité Gallego, que nos dice lo que debemos mejorar o corregir después de seguirnos en cada partido.
-¿Estudia a los equipos o jugadores a los que tiene que pitar?
-Cada vez más, lo hacemos todos. Y en Primera y Segunda hay más información para ello. Te sirve para anticiparte a lo que te puedes encontrar, aunque a veces ocurre algo completamente distinto.
-¿Su carácter como persona le define también como árbitro?
-Sí. Ser árbitro de fútbol también es una forma de estar en la vida. Hay que saber cuidar el entorno y la vida privada. La persona y la profesión tienen que ir de la mano.
-¿En qué ha mejorado con el tiempo?
-No debo de decirlo yo, aunque creo que en la lectura de los partidos. Antes iba con el reglamento en la mano, era más estricto. Ahora hay que considerar otras circunstancias, como el momento del juego en ciertas situaciones.
Noticia e imagen:http://www.laopinioncoruna.es/-Lleva quince años en categorías nacionales. ¿El debut del lunes le quita el sueño?
-No. Estoy tranquilo, aunque supongo que ese día tendré un gusanillo lógico por el cuerpo. Pero cuando empiece el juego estaré concentrado en la tarea y tratando de sacar el partido lo mejor posible.
-¿Duerme bien si tiene una actuación errónea o polémica?
-Si sé que tuve errores, no duermo bien ni estoy tranquilo. Mucha gente piensa que arbitramos, nos equivocamos y nos marchamos a casa, pero no es así: analizamos nuestros partidos y vemos los aciertos y los errores, por los que damos explicaciones a nuestro comité. A nosotros nos duele más que a nadie equivocarnos.
-Pero siguen siendo los malos de la película, un "mal necesario", como comentan incluso los medios de comunicación, donde pocas veces se les trata bien.
-Es absurdo que se nos considere un mal necesario, estoy en contra de esa apreciación. De todas formas, a los árbitros eso se nos escapa y nada podemos hacer. Creo que es una cuestión de cultura deportiva. Y lo explico siempre con el mismo ejemplo: ya sabemos lo que pasó el día que Djukic falló el penalti que no le dio la Liga al Deportivo. López Nieto pitó bien el penalti, Djukic no lo marcó pero salió del partido consolado por la afición. ¿Qué hubiese pasado si López Nieto no hubiese señalado el penalti? Pues a día de hoy no podría entrar en A Coruña. Los penaltis hay que marcarlos. Se equivocan jugadores y árbitros. Nosotros somos iguales que cualquier jugador o técnico. Los errores van con nuestra actuación, pero en nuestro trabajo tratamos de que los errores sean los menos y los aciertos los máximos.
-¿Los árbitros piden respeto para su profesión?
-Sí, pero eso lo veo como una batalla perdida, soy pesimista. Me cuesta ir a ver un partido de críos y tenerme que ir porque siento vergüenza de lo que veo: padres que insultan a los niños del otro equipo o aconsejan juego sucio. Si trasladamos este ejemplo al fútbol profesional, ¿qué podemos esperar? De todas formas, los aficionados han evolucionado y se conocen las reglas, por lo que los altercados, aunque los hay, cada vez son menos.
-¿Llega a Primera División a una edad apropiada, 35 años?
-Creo que llego en el momento oportuno, tanto por la edad como por la experiencia.
-Lleva en el arbitraje desde los 14 años. ¿Por qué el silbato?
-Me lo propuso mi padre y a día de hoy no sé por qué, ya que él no conocía a ningún árbitro. Me habló de un curso en Ferrol, al principio no me atrajo pero me convenció y me animé. El deporte siempre fue una máxima en mi familia. Noté que el arbitraje me gustaba y en la delegación de Ferrol me encontré muy buen ambiente y a muy buena gente que me acogió como a un hijo. De allí salieron algunos de mis mejores amigos.
-¿Qué le cautivó más?
-Me entusiasmaba que llegase el viernes para saber qué partidos me tocaba arbitrar y a qué lugares tenía que ir a pitar. Era la ilusión de la semana, sobre todo viajar como asistente con algún árbitro.
-¿Qué categoría le forja más, una regional o una nacional?
-El arbitraje es aprendizaje continuo. Cada árbitro tiene su propia historia y evolución, que te la dan los partidos y la actitud personal.
-¿Un árbitro aprende de otro?
-Por supuesto. Yo me fijo en todos los arbitrajes que veo, tanto nacionales como internacionales o de cualquier categoría. Y me quedo con lo que creo que puede ser aprovechable para mi estilo de arbitraje aunque ya esté definido a estas alturas. Hay que tener prudencia y humildad para pensar que se puede aprender de cualquier persona. No por estar en una división superior lo vamos a saber todo.
-¿Quién le aconseja?
-Por esos buenos amigos que fueron árbitros y que siguen mis pasos. Por la comisión técnica del Comité Gallego, que nos dice lo que debemos mejorar o corregir después de seguirnos en cada partido.
-¿Estudia a los equipos o jugadores a los que tiene que pitar?
-Cada vez más, lo hacemos todos. Y en Primera y Segunda hay más información para ello. Te sirve para anticiparte a lo que te puedes encontrar, aunque a veces ocurre algo completamente distinto.
-¿Su carácter como persona le define también como árbitro?
-Sí. Ser árbitro de fútbol también es una forma de estar en la vida. Hay que saber cuidar el entorno y la vida privada. La persona y la profesión tienen que ir de la mano.
-¿En qué ha mejorado con el tiempo?
-No debo de decirlo yo, aunque creo que en la lectura de los partidos. Antes iba con el reglamento en la mano, era más estricto. Ahora hay que considerar otras circunstancias, como el momento del juego en ciertas situaciones.
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