«Empecé jugando al fútbol, pero me fijaba más en el árbitro»

En el árbol genealógico de la familia de Christian Rodríguez no hay ningún árbitro. Nadie que le haya empujado hacia una vocación que nació cuando empezó a jugar al fútbol: «No me gustaba jugar, me quedaba mirando al árbitro, sus gestos. Me gustaba ser capitán para firmar el acta», comenta este joven de 13 años, que estudia Segundo de la ESO. Christian tiene la cabeza bien amueblada y para cada partido sigue un ritual. «Siempre llevo dos pitos, dos bolígrafos y dos tarjetas rojas y dos amarillas que me sirven para apuntar. Mis amigos se meten conmigo y me llaman 'arbitrucho', aunque es totalmente de broma». Su sueño es pitar a Cristiano, Messi, Iker Casillas o Piqué: «No soy un árbitro tarjetero, prefiero avisar al jugador y siempre antes dialogar».
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