Pitar se pone de moda en Murcia

Son deportistas que se blindan frente a los sentimientos y no entienden de colores cuando entran en un campo de fútbol. Su misión es ser un juez objetivo durante noventa minutos y hacer oídos sordos a los insultos y los desprecios. Son árbitros. En la Región de Murcia son más de 500 y todos sueñan con pitar un partido de 'Champions' algún día o con dirigir una final de un Mundial. Desde el recién llegado Christian Rodríguez hasta el experimentado Gregorio Bernabé, se trata de deportistas de una casta especial, que entrenan seis días a la semana para poder compartir su trabajo o estudios con una vocación que no todos entienden.
Porque el árbitro de ahora ya no es igual que el de antes. Por preparación, los árbitros murcianos son profesores, administrativos, estudiantes y profesionales liberales que no sólo le dedican al fútbol los noventa minutos que dura un partido; también siguen una formación exigente que su propio comité evalúa cada mes y en la que hasta existen dos concentraciones anuales dirigidas por colegiados internacionales.
Además, nadie puede acusarles de hacerse ricos con el arbitraje. Un árbitro cobra por un partido del fútbol base 30 euros, 80 por un partido de Primera o Segunda Territorial y 150 por uno de Tercera. O que un juez de línea de Segunda B puede sacar 'limpios' 200 euros por partido, a pesar de los desplazamientos entre comunidades autónomas. Y la media es de cuatro partidos al mes. Por eso el árbitro está hecho de una pasta especial: «El que llega no lo hace por casualidad porque además es una tarea no reconocida por la sociedad. El árbitro actual tiene que trabajar mucho el aspecto físico, técnico y sicológico», afirma Gregorio Bernabé, el mejor árbitro murciano en la actualidad.
El arbitraje murciano de las últimas cuatro décadas ha sido brillante y ha sido una buena cantera para el fútbol español. Figuras como la de Ángel Franco Martínez, José Francisco Pérez Sánchez o Joaquín Olmos llevaron el nombre de Murcia a Europa. Olmos, asistente, estuvo presente en una final de 'Champions', mientras que Pérez Sánchez llegó a pitar como juez principal un partido clasificatorio para el Mundial de Italia 90 entre Islandia y Turquía. Además dirigió partidos 'grandes' de Primera en los noventa, como el último partido oficial en el viejo Atocha entre Real Sociedad y el Tenerife en 1993. También dirigió al Real Madrid de la 'quinta del Buitre' en Zaragoza.
En Primera División se mantuvieron con firmeza árbitros como Alonso Gómez López, Pedro Tristante Oliva, Antonio Jiménez Sánchez, Bartolomé Jiménez Madrid o Manuel Cerezuela: «Hubo una época en la que Murcia tuvo tres árbitros en Primera División, más Guruceta, que era vasco pero estuvo adscrito a la Federación Murciana. El árbitro murciano siempre ha tenido buena fama, de árbitro entero, que da la cara y no se acobarda», comenta Pérez Sánchez.
La campaña lanzada por la Federación Murciana hace tres temporadas duplicó el número de colegiados adscritos al Comité que preside Javier Lozano, por lo que el arbitraje murciano ha ganado en calidad académica y formativa. Cuantos más árbitos, mayor nivel exigido. En 2007 el fútbol regional contaba con 278 colegiados, en la actualidad cuenta con 525, un 97% más. Y no es la única buena noticia: los árbitros murcianos son cada vez más jóvenes.
Si la media de edad en la campaña 2007-2008 era de 28 años, ahora ronda los 20 años. La Federación también ha reducido para esta campaña los costes arbitrales para los equipos y solucionó así un problema endémico del arbitraje murciano: la falta de colegiados en zonas como el altiplano o el Mar Menor. Ahora la Federación cuenta con delegaciones en San Javier y Yecla, con 17 y 11 colegiados, respectivamente, que se unen a las de Murcia (278), Cartagena (90), Lorca (69) y Cehegín 60).
Los árbitros del siglo XXI cuentan con una formación continuada y un seguimiento a través de una escuela de formación que establece parámetros de ascensos y descensos, y que además hace un seguimiento exhaustivo al colegiado técnicamente y físicamente, con pruebas físicas trimestrales. La no superación de las pruebas o los suspensos de los exámenes teóricos conlleva la no designación para dirigir partidos como muestra de que el sistema es limpio y transparente.
A la hora de la evaluación final, el Comité tiene en cuenta la asistencia a los entrenamientos (puntuables dos días a la semana), la asistencia a las clases de formación obligatoria y los examenes teóricos del reglamento, que se unen a los informes que un grupo de 40 informadores hacen a pie de campo cada fin de semana. Por eso, los árbitros murcianos son cada vez más y están mejor preparados para un fútbol que exige cada vez a colegiados mejor preparados.
Noticia:http://www.laverdad.es/

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