«Todo árbitro vive su profesión con pasión»
Atrás deja una trayectoria con 10 temporadas como árbitro y 14 como asistente, 12 de ellas en Primera División, además de los 22 partidos de Champions League en los que ha participado. Recibió el premio al mejor árbitro asistente de España dos años consecutivos aunque, además del arbitraje, Novoa también fue futbolista, militando en el Riosa entre 1992 y 1996.
¿Cómo le sienta este homenaje por su trayectoria profesional?
Estoy muy contento. Al fin y al cabo se trata de un reconocimiento a nivel nacional. No sé si me merezco un homenaje o no, pero me siento muy orgulloso de toda la gente que, de forma altruista, está organizándolo.
¿Cuándo decidió dedicarse al arbitraje?
Cuando era joven jugaba al fútbol, y un compañero de equipo, Antonio Ferri Manso, fue quien me vinculó al mundo del arbitraje.
¿Llegó alguna vez a acostumbrarse a la presión de la grada a sus espaldas cada fin de semana?
La experiencia va consiguiendo que asumas la presión de la banda como parte de tu trabajo. No es que no resulte desagradable sino que, con el paso de los años, aprendes a soportarlo. Aunque la auténtica presión que soportamos los árbitros es la del factor mediático, la repercusión que una simple decisión nuestra puede tener en la sociedad.
¿ En que competición pesa más la responsabilidad?
Los partidos de la liga española marcan mucho, pero la responsabilidad de un partido de Champions, con la repercusión que tiene a nivel mundial, es muy grande.
¿Se puede vivir con pasión el arbitraje?
Creo que todo árbitro vive su profesión con pasión. De hecho, apostaría a que si a un árbitro le dan a elegir entre su trabajo o el arbitraje, decidiría seguir arbitrando. Se trata de una profesión muy bonita que inculca unos valores realmente enriquecedores.
¿Cuáles son los mejores recuerdos que se lleva del arbitraje?
Los tres clásicos Madrid-Barcelona, mi debut en la Liga de Campeones, y la espectacularidad de Anfield Road en un partido de Champions, ¿Cuál es el peor? El Rayo Vallecano-Betis en mi primera campaña en la máxima competición. Una decisión mía hizo que el Rayo tuviese muchas complicaciones para mantener la categoría esa temporada.
El año pasado nos dio un gran susto cuando fue intervenido a causa de un cavernoma.
¿Ya se encuentra totalmente recuperado?
En líneas generales se puede decir que sí. Tengo que hacer alguna revisión de vez en cuando pero, desde la operación, las cosas solo han ido a mejor. Además, todavía sigo entrenando, y aunque no lo hago al nivel de antes, aún me mantengo en forma. Me llevé un susto enorme, pero prefiero quedarme con todas las muestras de cariño que recibí de mucha gente.
Hábleme de su etapa de futbolista en el Riosa.
¿Porqué decidió dejar el arbitraje y por qué volvió?
El fútbol siempre ha sido una pasión para mí. Cuando no me sentí cómodo arbitrando lo dejé. En aquel entonces aún no vivía del arbitraje. En el Riosa estuve cinco temporadas, luego me volvió el gusanillo del arbitraje y Manuel Diaz Vega me aconsejó que me metiese en el cuerpo de árbitros asistentes que había creado la FIFA. Empecé en tercera y en cuatro años llegué a Primera División. Creo que haber jugado al fútbol me ha ayudado mucho a la hora de interpretar las acciones de los futbolistas.
¿A qué colegiados destacarías de los que has conocido a lo largo de tu carrera?
A Manuel Díaz Vega, que fue mi padrino deportivo y sólo tengo buenas palabras para él. Siempre le agradeceré haberme llevado a arbitrar un Oviedo-Sporting con 18 años, cuando hacía 13 que no se enfrentaban. Para mí eso fue un gran apoyo. Y a César Muñiz. Con él ascendí de Segunda a Primera, donde he acabado mi carrera profesional. Junto a él he vivido partidos europeos muy importantes, y siempre me ha demostrado su valor como ser humano.
Noticia e imagen:http://www.lavozdeasturias.es/
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