La Navidad de los árbitros
Mañana es Navidad, se acerca el Año Nuevo y los espíritus se ponen
alegres, contentos, nostálgicos y humanamente comprensibles. Se recuerda el
nacimiento del Niño Dios, de Jesús, que vino a la tierra a redimir nuestros
pecados y a traernos el mensaje del amor.
Entremos al deporte. Esta actividad humana es una de las manifestaciones
de la alegría de vivir, y entre estas está el fútbol como la máxima expresión
ecuménica del deporte.
Este deporte y muchos otros, comienzan por tener dirigentes
espectadores y árbitros. Sí, árbitros. Usted lector, que tiene alma, ¿alguna
vez ha pensado que el juez es parte indisoluble del fútbol? Pues, aunque no lo
crea el maravilloso juego comenzó sin ellos. Después nació la idea de buscar a
alguien neutral que dirimiera sobre las discrepancias de los encuentros. Luego
colocaron dos jueces cerca de cada arco y después que sea un árbitro y dos de
línea como se lo conoce hasta ahora, después de 1871.
Desde su creación existen los insultos contra los jueces. Hay una
especie de fobia hacia los árbitros, que son objeto de todos los errores y
deseos insatisfechos de los fanáticos. Ahora bien, por supuesto que hay
decisiones que no gustan a unos o a otros porque los señores de negro (ahora
pueden evitar ese color), son seres humanos y errores se cometen, pero de allí,
a dudar de su integridad moral, hay un abismo.
Veamos algo. ¿Se equivocan los jugadores? Sí. ¿Los dirigentes? Sí. ¿Se
equivoca la hinchada? Noo. Así, con ese ‘Nooo’ se permite al hincha gozar de
plena impunidad y desahogar sus frustraciones futboleras. ¿Qué lleva a un ser
humano ser juez de un deporte?: Su amor por ese deporte. ¿Qué los lleva a ser
parte del mismo en la peor de todas las obligaciones deportivas? Su amor al
deporte.
Ustedes saben que un juez tiene que prepararse físicamente y actualizar
sus conocimientos permanentemente. Usted, lector, no sabe que un árbitro en el
Ecuador gana, por ejemplo, $ 370 por juego, si es árbitro FIFA y le descuentan
el 8% y le retienen el IVA. No tiene vacaciones legales en tanto en cuanto
entra a descanso forzoso cuando un campeonato termina. ¿Están afiliados al
IESS? No, y por lo tanto, no puede obtener una jubilación.
Es verdad que tiene un seguro privado de $ 2.500 y $ 3.000 para
tratamiento ambulatorio y también $ 15.000 en caso de muerte. Pero aquí en este
punto, habría que redondear esas cosas para que todos tengan afiliación del
IESS. (Siempre y cuando no utilicen el call center). Eso en lo que respecta a
los árbitros actuales.
Y a los que fueron árbitros, ¿qué les pasa actualmente? Viven en el más
absoluto olvido, y a pesar de esto se reúnen semanalmente en el informal
Morumbi de esta ciudad para vivir de los recuerdos, como cuando pagaban muy
poco; cuando les tiraban piedras desde las iniciales tribunas futboleras,
cuando la policía tenía que sacarlos protegidos de las ciudades ecuatorianas,
cuando a los jueces de línea los tenían como pasabolas cuando nunca se les
reconocieron sus méritos y más bien la mayoría de ellos fueron desafectados de
la propia sociedad de árbitros. Sin embargo, fundaron la confraternidad que se
llama Enrique Suárez Méndez en honor de uno de los exjueces.
Ya quiero terminar este artículo para no olvidar que ellos son los
guardias de las Reglas del Juego y por lo tanto del fútbol, a quienes les deseo
unas buenas navidades. Ojalá la Asoguayas o la Fedeguayas le consigan por lo
menos un cuarto donde se puedan reunir los exárbitros de fútbol. Y a los
actuales, sus afiliaciones al IESS.
Artículo completo en: El Universo
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