Prueba de calidad
Todos los jugadores sin importar la categoría entran a un partido con
tres cosas en su mente; primero, a pensar en los integrantes del equipo rival;
segundo, a decidir cómo ganarles; y tercero, a probar al árbitro de turno. La
mayoría de deportistas intentan desde el principio conocer al silbato para
saber la manera cómo va a actuar, si es indulgente o drástico, o para lograr
que sea complaciente con ellos y los favorezca con sus decisiones a lo largo
del partido.
Estándar de jerarquía
El querer "probar" al árbitro es una acción que realizan
generalmente los jugadores dentro del primer cuarto de hora del encuentro y es
allí donde este debe establecer su "estándar de jerarquía" para
orientar y reorientar la actitud de los mismos. Dicho término hace referencia a
la metodología que se llevará a cabo para la dirección del juego; como ejemplo
se pueden tomar los principios del mercado, es decir "establecer un puesto
con todos los precios antes de mostrar a sus clientes (los jugadores) quién
puede o no negociar con el dueño.
Método que da resultado
En los primeros 15 minutos, no se debe vender nada por menos del precio
establecido previamente, la negociación puede llegar más tarde, cuando los
jugadores sepan quién es el propietario del puesto, y quién ha establecido las
condiciones del precio final; de esta manera el método que inventa cada árbitro
para lograr que los jugadores crean en sus decisiones y las acepten puede dar
resultado, siempre y cuando no lo establezca al minuto 60 o 70 del partido cuando
no haya nada que hacer y este se le haya salido de las manos.
Cómo se hace
Al inicio del partido el árbitro deberá estar alerta y aplicar las
leyes con más rigor; hacer presencia en la jugada; estar en todo, incluso donde
realmente no tiene que estar; hablar con los técnicos y los sustitutos y darles
las instrucciones para que no le dañen el partido; pedirle a los jugadores que
tomen la distancia en el lugar correcto para que la respeten siempre; hacer una
mayor exhibición del trabajo en equipo al interactuar con sus árbitros
asistentes; hacer sonar el silbato más de lo que normalmente lo hace; y tener
la libertad de sancionar todas las faltas si es posible. En resumen, no
permitir que los jugadores violen las normas estipuladas, sino delimitarlas con
el fin de que ellos se den cuenta qué fue lo que él silbato vino a hacer en el
partido.
Cambio paulatino
A los 16 minutos el árbitro puede cambiar la forma radical como venía
dirigiendo y ser más flexible, pues para después de ese tiempo el partido irá
por buen camino, incluyendo el haberle dado a los jugadores una buena idea de
lo que les espera a lo largo del mismo; posteriormente, debe preguntarse si
estos creen que es indulgente, la respuesta debe ser definitivamente un no; por
último, tener en cuenta que no debe esperar hasta el minuto 15 para cambiar su
actuación, el uso de los últimos 5 minutos (del 10 al 15) le debe servir para
disminuir gradualmente el control estricto y superar la prueba a la que lo
someten los jugadores.
Artículo escrito por Jose Borda
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