Las reglas del fútbol son sagradas
Hasta 1925, el árbitro decretaba fuera de juego cuando tres jugadores adversarios se hallaban cerca de la línea de gol en el momento del pase que un atacante.
El fútbol es un deporte
conservador y sólo en muy raras ocasiones se modificaron sus reglas.
Los expertos opinan que eso es la causa de su éxito en todo el mundo.
Sin embargo, en el transcurso de 126 años se adoptaron algunos cambios
decisivos.
El primero afectó al chileno Carlos Caszely. En el partido del Mundial de 1974 contra Alemania en Berlín, el árbitro turco Dogan Babagan sacó por vez primera la tarjeta roja. La
International Football Association Board (IFAB) había aceptado antes la
idea del árbitro inglés Ken Aston de mostrar la tarjeta amarilla y la
roja para sancionar determinadas faltas en el juego. El color de las
tarjetas fue escogido ex profeso para que tanto jugadores como espectadores pudieran distinguir claramente el rango del castigo.
Reglas sencillas son promesa de éxito.
Con su deliberación en Zúrich sobre la utilización de la tecnología
para ayudar a los árbitros, la IFAB daría hoy un nuevo gran paso después
de decenios. En el año 1866, la FIFA y la IFAB no se
habían fundado aún, los representantes de la Federación Inglesa se
vieron forzados a variar las reglas fijadas tres años antes. Para
diferenciarse del rugby, se permitió el pase hacia delante, hasta
entonces no autorizado.
Un cuarto de siglo después llegó la hora
de nuevos cambios fundamentales. Entonces se introdujo un árbitro para
que aplicara en el campo las reglas de juego y prácticamente al mismo
tiempo se inventó el penal. Al principio se sacaba desde una imaginaria
línea a once metros de la portería. El punto exacto para tirar el penal
no se implantó hasta 1902.
Los cambios en el reglamento afectaron a
menudo a los arqueros. Hace 100 años se prohibió a los porteros tocar
el balón con las manos fuera del área. Tres años antes se prescribió que
el color de su indumentaria debía diferenciarse de la de sus compañeros
de equipo. El primer color unitario de los guardametas fue el verde.
Hasta
1925, el árbitro decretaba fuera de juego cuando tres jugadores
adversarios se hallaban más cerca de la línea de gol en el momento del
pase que un atacante. Se redujo el número a dos. Transcurrirían 65 años
más hasta decidirse que jugadores a la misma altura ya no estaban fuera
de juego. El juego fue volviéndose más físico. En 1958 se autorizó
por ello las sustituciones. Sólo en caso de lesiones podía cambiarse el
arquero y otro jugador. Hasta el final de los años 60 no se autorizaron
sustituciones por motivos tácticos. Entretanto pueden cambiarse tres
jugadores.
Después de la implantación de la tarjeta amarilla y
roja, hubo que esperar hasta los años 90 a nuevos importantes cambios.
De nuevo afectaron al arquero, que desde 1992 no puede agarrar con las
manos la cesión de un compañero. En aquel entonces fue grande el
escepticismo, pero la decisión de la IFAB resultó ser un éxito. El juego
se hizo más rápido y nació un nuevo tipo de arquero que participaba más
en el juego.
Fuente: Vanguardia
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