"Papá, quiero ser árbitro"
"Mi padre se resistía a llevarme a las clases porque no quería que
su hijo fuera árbitro, pero yo me cogía la bicicleta y me plantaba en la
Federación lloviera o hiciera frío. Ahora ya es distinto y él ve con buenos
ojos, en parte gracias a mi madre, que yo sea árbitro porque se ha dado cuenta
de que los tiempos han cambiado y se nos trata bien, somos deportistas iguales
a los futbolistas, aunque le sigo pidiendo, cada vez que me lleva a arbitrar
que no se quede en el partido, que se dé una vuelta y luego me recoja",
así de claro se expresa el árbitro de Primera Provincial Aficionados de
Valladolid, Alberto Martín, al contar su experiencia como
"cursillista" hace ya unos años.
Hoy, este colegiado de Provincial ejerce de orgulloso ayudante de Jesús
Zancada, asistente de Primera División, Roberto López, ex árbitro de Segunda B,
y Jorge de la Fuente, colegiado en Regional Aficionados, en las clases
prácticas que imparten a los aspirantes de Valladolid una vez a la semana.
Relata, ilusionado, como al ver a Zancada Lobato en los partidos "del
Plus" le dice a su padre: "Mira Papá, con este asistente de Primera
me codeo yo y tú que no me querías dejar ser árbitro"; su padre, resignado,
asiente orgulloso.
En todas las delegaciones provinciales pueden observarse escenas como
éstas. Ex árbitros enseñan a sus pupilos cómo colocar una barrera, cómo ver un
fuera de juego, cómo coger el banderín, señalar el punto de penalti, meta o
saque de esquina correctamente, o algo tan "aparentemente sencillo"
como utilizar el silbato: "Hay que tratar al futbolista con mucho respeto
pero también hay que demostrar autoridad y personalidad y el silbato es la
mejor manera de hacerlo", les cuenta el profesor Roberto López enfrascado
en que silben una y otra vez con fuerza, de manera seca y controlada,
transmitiendo esa atribución que, a muchos de estos chavales, les va a costar
meses alcanzar. La mayoría son chicos aunque cada vez más se ven grupos de
chicas entre los aspirantes. Tres, cuatro
se animan cada año en las delegaciones.
Los denominados "cursillistas" son conscientes, tras semanas
en el aula, de la dificultad que entraña ser árbitro. "Es muy intenso y
exigente", afirman casi todos los aspirantes. Hablan de un "mayor
respeto" hacia este mundo desde que se han acercado a él: "Con el
curso consiguen que lo valoremos más ya que implica un gran esfuerzo y
responsabilidad", cuenta Mónica una estudiante de Bachillerato de 16 años.
La mayoría tiene vinculación al fútbol desde niño, otros muchos, acuden
animados por compañeros de clase o amigos que ya son colegiados.
Luis Peña, profesor en las clases teóricas de los aspirantes en
Valladolid, cuenta como él, siendo presidente de un club en 1959, se molestó
con una actuación arbitral, dejó la presidencia y se metió en el colegio arbitral.
Hasta hoy. Y han pasado más de 50 años. "Recuerdo que mi primer partido
como árbitro fue de asistente con Pascual Galván, en la banda vestido de
paisano y con un pañuelo; hoy en día, quien no "sale buen árbitro" es
porque no lo es, no por falta de formación", aclara un entrañable profesor
al que sus alumnos califican como "una enciclopedia del fútbol".
Igual que Pedro Herrero, instructor de los aspirantes de fútbol sala en
Valladolid y "contador" de multitud de anécdotas entre sus alumnos.
La importancia de los profesores en todas las delegaciones continúa siendo
mayúscula.
"Tengo que hacerle árbitro", con esta frase resume Jesús
Zancada la ilusión que siente y pone en enseñar a ser árbitro a cualquier
adolescente de 14 años. Pero también habla de cierta inquietud cuando les
"suelta en su partido de debut", -suele producirse dos meses después
de su primera clase, normalmente en un encuentro de categoría benjamín o pre
benjamín-. Algo para lo que se les prepara física y técnicamente desde cada
delegación provincial del CTA de la mejor manera posible. Delegados, profesores
y "cursillistas" demuestran a través de estas clases teóricas y
prácticas un mérito sólo comparable a su amor por el arbitraje. Todos
debutaremos con ellos.
Noticia e imagen: FCYLF
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