Roldán, Clavijo y Díaz son la otra Selección rumbo a Brasil

Para Roldán, Díaz y Clavijo, el Mundial de Fútbol es un sueño hecho realidad y un reto profesional al que tendrán que enfrentarse como lo que son desde hace años: compañeros y amigos.



Para quien haya jugado fútbol de niño, llegar a una final de un Mundial de Fútbol es un sueño. Ganar el título, alzar el ansiado trofeo dorado, las medallas, el papel picado, las portadas de los periódicos y la gloria deportiva. Con el paso de los años, la ilusión se desvanece y la realidad se impone, demostrando que ese mundial está al alcance de muy pocos. Aún así, para Wílmar Roldán, Eduardo Díaz y Humberto Clavijo, la opción de estar en esa anhelada final de una Copa Mundo es más que un simple sueño; es su próxima meta.
Esta terna arbitral colombiana, conformada por un antioqueño, un llanero y un bogotano, ha sido designada por la FIFA para participar en la próxima Copa del Mundo Brasil 2014 en representación de la Conmebol (Confederación Suramericana de Fútbol), aunque ellos tienen muy claro que van a representar, ante todo, a Colombia. Su actuación conjunta en la Liga colombiana pero, sobre todo, en los torneos internacionales —- Copa Libertadores, Copa Suramericana, Eliminatorias, Torneos Sub 20 y los Juegos Olímpicos de Londres— les ha otorgado el reconocimiento necesario para ser parte de los árbitros suramericanos en la próxima cita global del balompié.
Roldán: la cabeza visible
De la terna nacional que estará presente en Brasil, Wílmar Alexánder Roldán se destaca no sólo por ser el juez central, sino por el temperamento y la seriedad a la hora de entrar a un terreno de juego, actitudes que tomó prestadas de su admirado Javier Castrilli, central argentino. “Desde niño he sido un árbitro con carácter, con personalidad, con buen estado físico”, asegura Roldán antes de agregar que es imposible cambiar esa actitud tras ser nombrado el mejor silbato en todas las competiciones en que ha participado.
Incluso, el año pasado, Roldán fue elegido el mejor árbitro de Suramérica a través de la encuesta anual realizada por el diario El País de Uruguay. Así mismo, la FIFA lo nombró el octavo mejor juez principal del mundo y la Conmebol lo designó para pitar la final de la Copa Libertadores de 2013. Todos los logros durante el curso anterior no habrían sido posibles sin una persona: Alberto Espinoza.
“Espinoza era árbitro de Segovia (Antioquia) y fue él quien me explicó, quien me consiguió el reglamento y ahí empecé a entender todo el ámbito del arbitraje”, recuerda Roldán. Desde su debut en la Liga antioqueña en 1994, tras seguir los consejos de  Espinoza y convertirse en árbitro de fútbol, Roldán ha protagonizado un vertiginoso ascenso en el fútbol colombiano. Para el año 2002, con tan sólo 22 años, Roldán se estrenó en la Primera B.
Un año más tarde, en compañía de Jorge Arango y Abraham González, Roldán fue encargado de pitar el encuentro entre Millonarios y Once Caldas, válido por el torneo apertura de 2003 de la Primera División. Cinco años después, en el 2008, ante 36 mil espectadores, Roldán hizo su presentación oficial en la Copa Libertadores de América durante el partido entre el club venezolano Unión Atlético Maracaibo y Atlas de México.
A partir de entonces, la carrera arbitral de este hombre nacido en Remedios, Antioquia, lo ha llevado a participar en eventos de reconocimiento como el torneo Sub 20 en Turquía, la Copa América 2011 y los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Aun así, esta última competencia deportiva tiene un valor especial para Roldán: “Participar en los Juegos Olímpicos fue una alegría porque toda la vida me ha gustado el deporte; desde niño practicaba tenis de mesa, baloncesto, microfútbol, natación.”
Ahora, alejado de esta práctica multideportiva por cuestiones profesionales — al igual que de su actividad como docente en educación física— Roldán se concentra en la preparación de cara a la próxima cita órbita del fútbol, donde será el árbitro central más joven (33 años). En abril realizará el cuarto y definitivo curso de capacitación con los demás colegiados y asistentes en Zúrich, Suiza. Sin embargo, la preparación es el día a día, mantenerse firme en sus convicciones y comportamiento dentro y fuera de la cancha y, sobre todo, “cero rumba y cero licor”.
Clavijo: la voz de la experiencia
Los nervios o la presión que pudiese sentir Humberto Clavijo se quedaron en Suráfrica. Contrario a sus dos compañeros de terna, Clavijo ya tuvo una experiencia mundialista hace cuatro años en compañía de Óscar Julián Ruíz y de Abraham González, cuando hizo parte de la terna colombiana en el mundial de 2010.
Esa experiencia, sumada a sus casi veinte años en el mundo del arbitraje ( se inició en 1995 de la mano de otro llanero como él, Óscar Julián Ruíz), le permite a Clavijo entender la importancia de la convivencia durante los días que permanezcan concentrados en Brasil: “Hay que ser buen compañero, son días en que uno está sin la familia, así que ellos llegan a ocupar ese puesto. La idea es pasarla sabroso”.
Con cuarenta años a cuestas, Clavijo, padre de cuatro hijos, impone su liderazgo y experiencia dentro de la terna que representará al país en el evento ecuménico de Brasil. Conoce el carácter fuerte de Roldán dentro de la cancha, aunque asevera que es un hombre sociable y buena gente una vez termina el partido.
Pese a que las ternas arbitrales nunca son fijas, pues los diferentes entes deportivos escogen los árbitros centrales y asistentes por separado, Clavijo reconoce que la participación durante el próximo mundial es un trabajo que se ha ganado en conjunto y que es meritorio el reconocimiento para los tres. “Es un proceso que se lleva partido a partido”, reconoce Clavijo. Un proceso que inició hace tres años y medio, justo cuando terminó su participación en el certamen de Suráfrica, y comenzó a trabajar junto a Roldán y Díaz.
Díaz: el elocuente
A diferencia de sus compañeros de terna, Eduardo Díaz habla con mayor soltura sobre todos los temas relacionados con su carrera en el mundo arbitral, los logros después de 25 años de carrera, los torneos disputados y el inicio del camino que lo llevará a Brasil junto a Wílmar Roldán y Humberto Clavijo. “El proceso lleva tres años. Se inicia seleccionando al primero central. Luego, cada central mira con qué posibles asistentes, de los siete que hay en Colombia con acreditación FIFA, quisiera trabajar”, comenta Díaz.
Al igual que Humberto Clavijo, Díaz prioriza la unión que existe entre los tres y que les ha permitido consolidarse continentalmente y llegar hasta el mundial de este año: “Tiene  que haber una regularidad de trabajo. Se necesita mucha familiaridad y conocerse en la cancha. Al ver los ademanes de Wílmar sé qué está pensando”, explica el juez de línea bogotano que debutó de la mano de un viejo conocido: Óscar Julián Ruiz.
El estreno en primera división le llegó a Eduardo Díaz hace doce años, en un clásico del Atlántico entre el Real Cartagena y el Unión Magdalena. Ese día compartió terna con Ruiz y con Jorge Agudelo. No obstante, para llegar hasta allí tuvieron que pasar más de siete años en los que dirigió en la Segunda División y casi catorce desde el primer partido que arbitró en la Liga Infantil.
Han pasado más de 25 años desde cuando inició su carrera como árbitro, cuando dejó de ser central para reconvertirse en asistente — o juez de línea, como todavía le conocen algunos— y que le ha permitido viajar a casi todos los países de Suramérica. Gracias a sus participaciones continentales (sumado a su presencia en mundiales sub 20 y en los Juegos Olímpicos), Díaz ha recopilado decenas de credenciales, medallas, reconocimientos, balones y camisetas de algunos jugadores.
No obstante, para no perder detalle de todo lo que ha hecho durante su carrera, Díaz lleva una base de datos, perfectamente actualizada, en la que registra cada uno de los partidos que ha arbitrado. Se pensaría que es un nostálgico, pero no suele mirar para atrás, y sus metas suelen ser a corto plazo. Frente a su escritorio, tiene una planilla con todos los nombres de los jueces que estarán en el próximo mundial. Ésta le permite darse cuenta de que es uno entre tantos y que todavía no ha ganado nada. Hasta no estar allá, confiesa, no se siente mundialista. Es un trabajo consistente, del día a día. Su siguiente objetivo no es el la cita orbital a realizarse en Brasil, sino el partido que le asigne la Federación para el próximo fin de semana.
Un abrebocas en el Maracaná
Para Wílmar Roldán y Eduardo Díaz, la experiencia mundialista comenzó hace nueve meses, cuando fueron designados en compañía de Wilson Berrío —en esa oportunidad no los acompañó, como es habitual, Humberto Clavijo— para arbitrar la reinauguración del legendario estadio Maracaná, en Río de Janeiro. “Fue un sueño, uno de los grandes logros que hemos tenido con Wílmar. Cuando nos dicen “acuérdese de un partido”, este es el que nos viene a la memoria”, comenta Díaz.
Aquel enfrentamiento entre la selección local e Inglaterra, que terminó empatado a dos goles, se desarrolló bajo los parámetros en que se llevará a cabo el torneo de este verano: con la logística perfectamente preparada, el transporte de la terna arbitral digno de una de las selecciones participantes, el estadio a reventar y la atención de millones de personas sobre el balón y las decisiones de los hombres de negro.
El próximo 13 de julio, dos selecciones se disputarán el título de la vigésima Copa Mundial de Fútbol en el estadio Maracaná , en el lugar en que hace más de 60 años se produjo el “Maracanazo”. Para los colombianos sería un sueño que la selección nacional estuviese allí. Sin embargo, en caso de que esto no ocurra, una terna arbitral está preparada para dirigir el destino del próximo campeón. Tiene la experiencia y el deseo. 
Noticia e imagen: http://deportes.terra.com.co/

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