Propiocepción: fundamental en el entrenamiento
De forma sencilla
podemos entender la propiocepción como la capacidad
que tiene el cuerpo para conocer el movimiento y posición de las distintas articulaciones del
cuerpo, así como el estado de tensión y relajación de la musculatura.
La información
propioceptiva es recogida por diversos receptores llamados propioceptores que se encuentran en lugares como el
músculo, articulaciones… Y se encargan de recoger información relativa al
estado de cada parte del cuerpo, dando datos como presión, estiramiento,
movimiento, posición en el espacio, orientación, etc. Esto ayuda a responder en
situaciones de estrés mecánico, desequilibrio, etc. Por eso es tan importante
en el mundo del deporte.
Si cierras los ojos y te
mueven una pierna, con los ojos cerrados eres capaz de decir si está flexionada
o extendida, si está girada, hacia dónde apunta el pie… Todo este tipo de
información es la que denominamos como información propioceptiva.
Utilidad de la propiocepción
La propiocepción es
vital para casi cualquier actividad cotidiana: desde subir y bajar
unas escaleras sin tropezarse hasta corregir el traspié y evitar una caída en
caso de que se produzca.
La información
propioceptiva avisa al organismo de caídas, giros, imprevistos… y ayuda
preparar a músculos y articulaciones a responder ante una demanda repentina
como puede ser, por ejemplo, corregir un desequilibrio producido por el
tropiezo en la escalera.
En el deporte, la
propiocepción juega un papel crucial, no solo para conseguir un buen
rendimiento sino para evitar o al menos minimizar el riesgo de lesión o
recaída.
Entrenamiento
de la propiocepción
Este es un apartado muy
amplio pero, como norma general, decir que el entrenamiento de la propiocepción se basa en someter al cuerpo a
desequilibrios, cambios rápidos de dirección, movimientos a los que el sujeto
no esté acostumbrado, ejercicios descalzo sobre diferentes superficies, giros,
saltos y todo tipo de ejercicios que sean útiles para someter a las diferentes
articulaciones a un estrés que las obligue a adaptarse rápidamente a cada
cambio.
Los esfuerzos tienen que
ser adaptados a las capacidades de la persona. No es lo mismo
recuperar a un futbolista profesional de una lesión de rodilla que hacerlo con
una persona que trabaje en una oficina.
También hay
que adaptar las exigencias a la fase de recuperación, siendo
inicialmente ejercicios muy sencillos: apoyo sobre un pie y recibir y pasar un
balón, trabajo en plato basculante, caminar de puntillas, caminar descalzo por
diferentes superficies… Progresando a ejercicios más intensos.
¿Cómo
entrenarla?
la propiocepción es básica en
una actitud preventiva de lesiones, sobre todo de tobillo. Pero una
cuestión importante es ¿Cómo podemos mejorar nuestra
sensibilidad propioceptiva?.
Como idea general hay un concepto que
nos van a facilitar el integrar la propiocepción en nuestra práctica deportiva: cuanto
mayor diversidad de sensaciones articulares tengamos, más eficiente será
nuestro sistema receptivo. Veamos algunos ejemplos.
- Correr (o andar) descalzo por la playa va a generar una cantidad enorme de movimientos en las articulaciones interóseas de los pies, además de transmitir gran cantidad de información propioceptiva.
- Andar descalzo por casa (puede ser en calcetines en invierno, a ver si vamos a mejorar nuestra propiocepción y coger un resfriado a la vez) genera también una gran cantidad de sensaciones que en los países industrializados hemos limitado con el uso continuo de calzado.
- No abusar del uso de botas (militares o de montaña), que limitan tanto el movimiento del tobillo, que le hacen frágil cuando no está tan protegido.
- En cuanto a la práctica deportiva, reproducir los movimientos que luego se dan de forma explosiva a cámara lenta o de manera controlada. Un ejemplo de ésto es el clásico ejercicio de calentamiento en el baloncesto de marcha lateral dando tres o cuatro pasos a izquierda y a derecha.
La propiocepción es fundamental en el
entrenamiento deportivo.
El entrenamiento de tipo
propioceptivo es muy funcional. Se suelen combinar ejercicios de fuerza con desequilibirios.
Las repeticiones se realizan de forma lenta y muy controlada. Todos estos
estímulos solicitan muchas estructuras anatómicas, lo cual provoca esas
respuestas de tipo propioceptivo que buscamos, es decir, favorecer que el
cuerpo sepa y controle de una forma precisa cada músculo y articulación.
En el vídeo superior
vemos un ejemplo de progresión de diferentes
ejercicios. Este tipo de entrenamiento requiere mucha precisión y control, y ayuda tanto a
prevenir como a recuperarse después de una lesión. Es una parte fundamental
tanto para reducir el riesgo de lesión en sujetos sanos como para readaptarlo a
la vuelta al ejercicio después de una lesión.
Importancia
de entrenar la propiocepción tras sufrir una lesión.
Tras sufrir una lesión,
especialmente si se quiere volver a la actividad deportiva (tanto profesional
como por afición) además de seguir las indicaciones de médico, fisioterapeuta y
resto del personal sanitario que nos atienda, hay que tener en cuenta la importancia
de entrenar la propiocepción para volver a realizar actividad física.
Entrenando la propiocepción
tras una lesión es la forma de
garantizar que músculos, ligamentos, articulaciones y el resto de estructuras
del organismo estarán preparados para responder al estrés que supone la
actividad deportiva, por lo que este tipo de ejercicios propioceptivos son siempre necesarios en las últimas
fases del proceso de recuperación.
Ejemplo de entrenamiento propioceptivo.
Se muestra la progresión
de los ejercicios, trabajando primero en plano estable, para pasar después a
inestable. Primero con ojos abiertos, progresando a ejercicios con ojos
cerrados. Avanzando de trabajo estático a ejercicio dinámico y de trabajo
bilateral (apoyando los dos pies) a unilateral (sobre un solo pie).
Este tipo de ejercicios
mostrados en el vídeo pueden servir para rodilla y tobillo.
Fuente: Vitónica
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