El pito del sereno
A los árbitros de fútbol se les ha tomado y se les sigue tomando por el
pito del sereno, una expresión que se aplica cuando a una persona no le damos
ninguna importancia, no la tenemos en cuenta y sus opiniones nos resultan poco
o nada relevantes.
Ocurren todos los fines de semana en todas las categorías, desde la
élite hasta los prebenjamines. Las actuaciones de los árbitros están sometidas
siempre a un desalmado análisis y abundantes críticas por parte de todo el
mundo, sin excepción, incluidos jugadores y entrenadores. Eso sí, siempre
condicionados al resultado de sus equipos. «Si gano, ganamos todos», suelen
decir con el marcador favorable, pero cuando pierden la cosa cambia.
Como en la época en la que la SD Ibiza jugaba en la calle Canarias,
cuando un fiel seguidor ibicenco de Sa Deportiva lanzaba cada quince días el
mismo grito al árbitro, pitara bien o mal, que mi suegro nunca llegó a entender
porque no se sabía bien si decía «¡bandido! o «¡vendido!», aunque posiblemente
quería decir las dos cosas. Hace demasiado tiempo que los árbitros pitiusos de
Tercera siguen en el punto de mira. Desde los Ramón Huedo e Ignacio Martínez,
pasando por Pedro Ferrer o Pérez Sánchez, hasta la hornada actual. No se les ha
perdonado ni una, a pesar de que clubes, entrenadores, futbolistas y también
los colegiados están en la misma categoría: en Tercera División balear. No hay
ninguno de Primera ni de Segunda, aunque demasiadas veces no todos están a la
misma altura.
Artículo escrito por Sebastián Candela en Diario de Ibiza
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