La violencia consentida en el fútbol
Mientras los clubes de fútbol sigan amparando entre sus filas a las
organizaciones violentas, seguirán produciéndose incidentes graves como los de
esta pasada semana.
Podrán ponerse como quieran las autoridades, los comités de seguridad,
la policía o los propios clubes. Pero esta violencia está directamente
relacionada con el fútbol, ya que son sus hinchadas más fanáticas las que
causan siempre los heridos o los muertos, dentro o fuera de los estadios.
En el caso de la tempranera pelea en Madrid Río, preparada de antemano
a través de las redes sociales, se enfrentaron los ultras del Atlético de
Madrid a los del visitante Deportivo de La Coruña, apoyados los primeros por los
del Sportingy los segundos por los del Rayo Vallecano. Nada hay pues de
imprevisible ni de fortuito en esta batalla campal que tuvo como consecuencia
un muerto, en una época en la que por mucho menos te tienen pinchado el
Smartphone y el WhatsApp o espiado el Twitter.
Así que mucho habrá que investigar sobre este asunto, tanto para
esclarecer las causas y la organización de la contienda, como la manera de
prevenir en el futuro otros sucesos similares que, lamentablemente, volverán a
ocurrir.
También habrá que reflexionar por qué unos partidos se consideran de
alto riesgo y otros no, mientras siguen existiendo pandillas violentas de esta
calaña. Mientras los salvajes no sean definitivamente expulsados del fútbol,
todos los partidos deben ser considerados de alto riesgo, como se ha demostrado
tantas veces en los que han ocurrido “inesperadamente” casos como este, con
apaleamientos de jóvenes árbitros de tercera división, lanzamientos de objetos
al campo como el ocurrido en el último partido Valencia-Barcelona, con un
impacto en el rostro de Messi, lanzamientos de bengalas con quemados e incluso
muertos y otras burradas más.
A la violencia organizada en el fútbol, se añaden además cuestiones de
índole política extremista, en la que ultraderechistas y ultraizquierdistas
campan a sus anchas. Así lo demuestra –una vez más- la radicalidad de
diferentes ideologías que subyació enel enfrentamiento de este domingo: el
Frente Atlético, de ultraderecha y apoyado por los colegas Ultra Boys del
Sporting de Gijón, se liaron a mamporros –utilizando cualquier objeto o petardo
como arma- contra los Riazor Blues, de extrema izquierda y que fueron apoyados
por sus homónimos Bukaneros del Rayo Vallecano.
Conforme va tomando hechura este editorial, nos preguntamos ¿pero esto
qué es? ¿Peñas futbolísticas o guerrilla urbana? Son maleantes, sin más, nos
contestamos. Son hombres, no precisamente niñatos, que han llegado a su madurez
con un cuchillo en la boca y con la excusa del amor a los colores de su club
para llegar a matar si alguien se pone a tiro.
Esto no es fútbol. La violencia nunca lo es. Que la policía no
apareciera de inmediato, tampoco parece fútbol, como que el teléfono de la
Federación Española no contestara durante todo un día de jornada deportiva.
Tampoco debe ser fútbol que nadie con un poco de sentido común suspendiera el
partido, ni por supuesto lo es que el presidente de la Liga Profesional se
llamara ayer andana. Que no, que esto no es fútbol. Solo es mala gente que
pasaba por allí. Cuánto queda todavía por aprender.
Artículo escrito por José Segura en Informa Valencia
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