¡Árbitro vendido!
Desde que yo era niño y se armaban las cascaritas futboleras, de lo
único que nadie quería jugar era de árbitro. ¿Por qué? Pues porque el árbitro
no participa heroica y activamente en el juego y siempre queda mal con los
participantes.
En el deporte profesional, la situación no es muy distinta.
El fútbol ha evolucionado en técnicas y en ejecución: los
jugadores tienen mejor condición física, las tácticas del equipo son
variadas, las jugadas son más rápidas y el contacto físico ha aumentado. Sin
embargo, el arbitraje ha permanecido sin muchos cambios, dependiendo únicamente
de la percepción y la decisión de un juez que tiene que dar su veredicto en
segundos... y no siempre de la forma más atinada. Y aunque existe un
reglamento, mucho depende de la apreciación y el criterio de quien aplica la
regla.
Tarjeta roja
El arbitraje en el fútbol se ha quedado atrás al no
implementar ventajas tecnológicas que permitirían mayor justicia en la
toma de decisiones. En otros deportes, los árbitros se auxilian de cámaras, de
sensores y otros aditamentos tecnológicos que respaldan con imágenes, gráficas
o cronómetros la decisión a tomar. Sin embargo,
el fútbol sigue dependiendo de juicios apresurados ante las
jugadas, con tal de respetar el ritmo del juego. Con esto, se cae en errores de
apreciación que podrían perjudicar de manera contundente a cualquiera de los
dos equipos.
¿Qué puede hacer un árbitro de fútbol ante este panorama? Al
menos conocer muy bien las reglas y saberlas interpretar, estudiar a los
equipos contendientes, estar en muy buena forma física para seguir de cerca las
jugadas y, por último, estar preparado para tomar decisiones rápidas, certeras
y, sobre todo, coherentes.
Antes del silbatazo final
El rol de un árbitro dentro del juego es tener autoridad en el campo y
saber ganarse el respeto tanto de los jugadores como de la afición. Esto se
logra cuando la imagen de justicia y profesionalismo sobrepasa algún tropiezo
en la decisión.
Los recientes sucesos en el arbitraje mexicano y la cobertura mediática
enfocada a resaltar los errores, han devaluado la imagen pública que se tiene
de estas autoridades. Debemos comprender que el silbante siempre llevará las de
perder ya que es imposible que quede bien con ambos clubes. Si la decisión que
toma favorece a nuestro equipo, estaremos de acuerdo y la consideraremos
acertada; pero si esta nos afecta directamente, en automático la rechazaremos y
le recordaremos el 10 de mayo. Es por esto que la Federación Mexicana
de Fútbol y la Comisión de Arbitraje deben enfocarse en la forma
de estimular a las audiencias, ya que si no se pone especial atención a este
punto, nunca podrán cambiar la percepción de los aficionados y por lo tanto
seguirán gritando: "¡arbitro vendido!"
Artículo escrito por Victor Gordoa
en Record
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