El linier de la final de 1966, un héroe
Una
estatua y un estadio con su nombre perpetúan la memoria de Tofiq Bahramov, el
juez de línea que tomó en 1966 la decisión más discutida en la historia del
fútbol. Casi 50 años después de conceder el polémico gol que terminó dando a
Inglaterra su único Mundial, es un héroe en Azerbaiyán. A pocos metros del
estadio Tofiq Bahramov, se alza una estatua de mármol en su honor sobre un rosal.
“Tofiq
Bahramov Adina Respulibka Stadionu", se lee en letras doradas en la
entrada del recinto deportivo que alberga estos días las competiciones de tiro
con arco de los Juegos Europeos de Bakú.
En el sótano del estadio se apilan los recuerdos de la final del Mundial 1966, en la que Inglaterra se impuso 4-2 a Alemania en la prórroga. Hay muchas fotos: de un silbato negro con la leyendaWorld Cup England 1966, del propio Bahramov detrás de los capitanes Uwe Seeler y Bobby Moore antes del pitido inicial o de Moore llevado en hombros por sus compañeros de equipo con la Copa Jules Rimet en la mano.
Cuando se inauguró la estatua delante del estadio con su nombre acudió a la ceremonia incluso Geoff Hurst, el héroe inglés, el hombre que marcó el gol más importante de la historia de los pross, aquel que valió el título mundial en Wembley. Los alemanes, en cambio, no tienen un buen recuerdo de aquel tanto.
Hurst recibió un centro, controló la pelota y disparó alto. La pelota tocó en el larguero y después botó, sobre la línea según los alemanes, más allá de la línea según los ingleses. Y, según Bahramov, el linier que tomó la decisión de que el gol subiera al marcador.
El árbitro principal del partido, el suizo Gottfried Dienst, no había visto bien la jugada, por lo que consultó con Bahramov. El azerí no tenía dudas: gol. En sus memorias, Bahramov sostiene todavía que adoptó la decisión correcta.
Tras poner fin a su etapa como árbitro, Bahramov se convirtió en secretario general de la Asociación de Fútbol de Azerbaiyán (AFFA). La estatua se cambió más tarde y se colocó a unos cuantos metros de su lugar original, pero Azerbaiyán no borra su recuerdo.
En el sótano del estadio se apilan los recuerdos de la final del Mundial 1966, en la que Inglaterra se impuso 4-2 a Alemania en la prórroga. Hay muchas fotos: de un silbato negro con la leyendaWorld Cup England 1966, del propio Bahramov detrás de los capitanes Uwe Seeler y Bobby Moore antes del pitido inicial o de Moore llevado en hombros por sus compañeros de equipo con la Copa Jules Rimet en la mano.
Cuando se inauguró la estatua delante del estadio con su nombre acudió a la ceremonia incluso Geoff Hurst, el héroe inglés, el hombre que marcó el gol más importante de la historia de los pross, aquel que valió el título mundial en Wembley. Los alemanes, en cambio, no tienen un buen recuerdo de aquel tanto.
Hurst recibió un centro, controló la pelota y disparó alto. La pelota tocó en el larguero y después botó, sobre la línea según los alemanes, más allá de la línea según los ingleses. Y, según Bahramov, el linier que tomó la decisión de que el gol subiera al marcador.
El árbitro principal del partido, el suizo Gottfried Dienst, no había visto bien la jugada, por lo que consultó con Bahramov. El azerí no tenía dudas: gol. En sus memorias, Bahramov sostiene todavía que adoptó la decisión correcta.
Tras poner fin a su etapa como árbitro, Bahramov se convirtió en secretario general de la Asociación de Fútbol de Azerbaiyán (AFFA). La estatua se cambió más tarde y se colocó a unos cuantos metros de su lugar original, pero Azerbaiyán no borra su recuerdo.
“Ha
dejado una herencia duradera", dijo el actual secretario general de la
AFFA, Elkhan Mammaov. "El fútbol mundial lo recuerda como un hombre
valiente por haber adoptado una decisión tan importante en una final". Los
alemanes hablan un poco peor de Bahramov y del árbitro Dienst. "En ese
momento no estuvo acertado", dijo Seeler en su día sobre el suizo.
"Fue demasiado cobarde para tomar su propia decisión”
A pesar
de morir hace 22 años, Bahramov sigue siendo un hombre venerado en su patria.
"Cuando íbamos con él por la calle, las gente lo paraba para saludarle y
solicitar autógrafos", recuerda su nieto Tofiq, que todavía conserva la
camisa negra con la que su abuelo tomó la decisión de Wembley. La camiseta está
aún sin lavar, según aseguró Tofiq en un vídeo publicado por los organizadores
de Bakú 2015.
“Si
mi abuelo aún viviera estaría muy orgulloso de que los primeros Juegos de
Europa se celebren en Bakú y que haya competiciones en el estadio que lleva su
nombre", señaló su nieto.
Noticia
e imagen: http://www.malagahoy.es/
¿Qué opinas?