«Es muy duro ir a un campo a que te insulten a ti y a tu familia. Si no me gustara arbitrar, lo habría dejado»
A los árbitros de fútbol se les supone una
valentía similar a la de los domadores de leones o a la de los especialistas
que doblan a los artistas en las escenas arriesgadas de las películas de acción. Seguro que
para la mayoría de los mortales sería una pesadilla tener que pitar un partido
de balompié. En cambio, para Patricia Torices Carmona (Granada, 1996) era un
«sueño» que vio cumplido con sólo quince años. Fue su padre quien le inculcó la
afición al llamado deporte rey y una cosa llevó a la otra. Al principio quería
ser jugadora pero le pareció complicado y su progenitor le enseñó que había
otra posibilidad: la de ser juez y no parte. Probó y hasta hoy. Los que
entienden dicen que llegará lejos.
Además del arbitraje, Patricia es estudiante
de primero de Enfermería en la Universidad de Granada. «Me gustaban las
carreras relacionadas con la salud y Enfermería era la más asequible porque no
requería tanta nota como Medicina. Y la verdad es que me está gustando
bastante, sobre todo, las prácticas. Las asignaturas son muy interesantes. No
me ha defraudado», explica.
Total, que compagina su condición de
colegiada de fútbol con el aprendizaje del arte de curar, dos ocupaciones que
demandan temple y buen juicio. El tono sosegado de la voz de Patricia indica
que ella cumple ambas condiciones. Y eso que está un tanto alterada porque es
su primera entrevista periodística.
¿Qué
término prefiere árbitro, árbitra o le da lo mismo?
Me da lo mismo. En algunos campos me dicen
árbitro y en otros me preguntan que si me pueden llamar árbitra, y yo les digo
que sí, porque es algo que está estipulado así.
Supongo
que ya se lo habrán dicho más veces, ¿pero no es un poco extraño que alguien
decida convertirse en árbitro y encima siendo mujer?
Sí... Pero es que a mí me gustaba el fútbol
y, claro, lo de meterse en un equipo como jugadora era más complicado. Entonces
le pregunté a mi padre que qué podía hacer, que me buscase algo que estuviese
relacionado con el fútbol. Él se informó por ahí, me buscó lo del arbitraje y
me dijo que si me interesaba. Yo le respondí: 'Bueno, vamos a probar'. Y fue él
el que me animó. Empecé con quince años...
Pero
su padre no tenía nada que ver con el mundillo del arbitraje, ¿no?
No, a mi padre le encanta el fútbol.
Como
a usted...
A ver, nunca llegué a jugar, pero he visto
mucho fútbol. Es que, ya digo, a mi padre le gusta muchísimo y en mi casa no se
ve otra cosa.
¿Y
qué le tocó arbitrar con quince años?
Lo primero es que te dan una serie de clases,
después hay unos partidos de prueba y luego ya empiezas a arbitrar.
¿Recuerda
su primer partido?
Sí, fue un fútbol-7 entre niños pequeños.
¿Y
qué tal fue la cosa?
La verdad es que bien. Normalmente se suele
informar a los equipos de que es nuestro primer partido y ellos te intentan
ayudar.
Eso
suena bien...
Sí, pero siempre está ahí la cosa de que la
árbitro es nueva.
¿Eso
pesa más que el hecho de que sea una mujer?
Sí, se tiene más en cuenta que seas nueva que
lo de que seas mujer.
¿Los
jugadores no ponen caras raras cuando ven que les va a arbitrar una mujer?
No. Cuando los jugadores son niños chicos
dicen: '¡Ah, una niña!' y cosas así, pero ya está. En general les es
indiferente que seas un hombre o una mujer. Les da igual.
¿Han
pasado algún mal rato?
Sí. Sobre todo, cuando debutaba en alguna
categoría nueva, en plan con los más grandes...
¿De
qué edades estamos hablando?
De doce años en adelante, cuando se pasa de
medio campo a campo entero. Tenían casi la misma edad que yo cuando empecé...
El cambio ahí es grande. Pero los ratos malos de verdad empecé a tenerlos con
los chavales de 17 años, con los juveniles. Son más... Uff, ¿cómo te lo
explico? Vamos, que están en segundo de Bachiller y tienen las hormonas
revueltas. Son mucho más competitivos.
¿Pero
le decían algo?
No, no es eso. Si me llegan a decir algo, los
expulso. Pero notas que no van a jugar, que van a dar patadas. Van a intentar
ganar como puedan.
¿Alguna
vez le han entrado ganas de dejarlo?
No. No ha habido nada tan malo como para
decir: 'lo dejo'.
¿Y
qué tal se porta el público con las árbitras?
Depende de los campos a los que vayas. Si vas
a un sitio que lo único que quieren es que gane su equipo, pues te dicen de
todo.
¿Pero
recibe más improperios por ser mujer?
Igual recibimos más insultos de las propias
mujeres que están entre el público. Siempre es así.
¿Qué
es lo peor que le ha dicho mientras arbitraba un partido?
Pues lo típico, 'Puta'.
Hace
poco una compañera suya fue agredida, ¿habló con ella?
Sí, le dimos muchos ánimos. Y le dijimos que si
le gusta que siga, que no deje su sueño por un incidente. Si disfrutas cada vez
que sales al campo, tienes que seguir avanzando y avanzando... Si a mí no me
gustara arbitrar, lo habría dejado cuando empecé a los quince años, porque es
muy duro ir a un campo a que te insulten a ti y a tu familia.
¿Va
su familia a verla pitar?
Mi padre sí, pero a mi madre le da cosa. Me
dice: 'Si voy al campo y te dicen algo, yo salto', ja, ja, ja. Entones prefiere
no ir.
Granada
es la provincia andaluza que tiene más árbitras, ¿cuántas son?
Entre fútbol y fútbol-sala somos entre 20 y
22. Por ahí rondará. Lo que no sé, la verdad, es la razón de que en Granada
seamos más que otras provincias. No lo hemos hablado entre nosotras.
¿Entrenan
juntas?
Es que entrenar sola cuesta muchísimo. Yo
entreno con más chicas. Es más ameno. Suelo hacerlo por las mañanas, porque las
clases de Enfermería las tengo por la tarde. Aunque también puedo después de
las clases, a las ocho y media, que es cuando acabo. Ahora que los días
empiezan a ser más largos se puede hacer perfectamente. En total, dedico unas
dos horas diarias a entrenar.
¿Le
da tiempo a salir por ahí con los amigos?
Sí, hay tiempo para todo.
¿Y
cuántos árbitros masculinos hay en Granada?
Unos 200.
Usted
acaba de hacer ahora las pruebas para pitar en la Liga Andaluz, pero, de
momento, no ha conseguido superarlas, ¿son muy duras?
Bastante. Era la primera vez que me
presentaba. Tienes que hacer pruebas de velocidad de 40 metros y un dos mil. Y
luego una prueba de campo que consiste en completar un circuito en un minuto.
Se hace todo al sprint. Yo me quedé en las primeras pruebas de velocidad. Es
que es muy distinto a lo que pasa en el campo: en las pruebas hay cámaras. Todo
es milimétrico.
En
la Liga Andaluza sólo hay un árbitro femenino, ¿no?
Sí, sólo hay una mujer. Es una chica de Jaén.
Es que, ya digo, las pruebas son difíciles. Además, las chicas entrenamos menos
que los chicos y para alcanzar esa categoría hay que entrenar mucho. Tienes que
sacrificarte bastante y hay chicas que están dispuestas a hacerlo y otras que
no.
¿Usted
va a seguir intentándolo?
Sí, pero tengo que esperar hasta el año que
viene. Así que por ahora seguiré pitando en la categoría en la que me he
quedado, en la provincial.
¿Está
bien pagado el arbitraje?
Nos pagan por partido y la cantidad depende
de la categoría o de si son niños chicos o más grandes... Depende también de a
dónde vayas. El equipamiento nos lo da la federación. De todas formas, lo que
se aguanta en un campo muchas veces no está pagado.
¿Llegará
un día que los árbitros tengan el mismo caché que las estrellas del fútbol?
Lo veo difícil, pero supongo que los de
Primera estarán bien pagados.
¿No
teme que los medios técnicos acaben por jubilar a los árbitros, que las cámaras
acaben haciendo su trabajo?
Eso de parar un partido para que el árbitro
pueda ver la grabación de una jugada polémica no lo veo. El juego se quedaría
en nada. No se puede parar un partido para ver si has acertado o te has
equivocado. A veces se acierta y a veces no, pero hay que tomar una decisión.
¿Es
difícil decidir?
Sí es difícil, sí.
¿Usted
se ha equivocado mucho?
Como todo el mundo.
¿Tiene
alguna manía antes de saltar al campo?
Uso la misma moneda desde que empecé. Esa no
me la cambia nadie. Me da pavor la posibilidad de perderla.
¿Le
interesa algún otro deporte además del fútbol?
El baloncesto. Lo practicaba con mis amigos.
Noticia e imagen: http://www.ideal.es/
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