Violencia de género en el arbitraje
En varios de mis escritos, relacionados al tema de la violencia de
género, he manifestado que se hace demasiado hincapié en la violencia del varón
sobre la mujer, de hecho hasta socialmente está el pre-concepto de
que la mujer es un ser carente de este tipo de actos. En esta problemática
social, que tiene diferentes matices, según donde se la contextualice, se
destaca el punto que las estadísticas no cuentan, o no estiman, los
comportamientos violentos de la mujer sobre el hombre; de hecho quien, alguna vez,
ha tenido que denunciar a una mujer por violenta, o acoso, sufre la risa o
burla extrema de quienes deben tomarla, o directamente no la toman. Este
esquema está sustentado en un sistema perverso cuya legislación obedece, en
muchos aspectos, a las presiones de las ONG feministas (no nos olvidemos que no
existe una oficina de denuncias para el hombre como sí lo es para la mujer; lo
que pone de manifiesto que en la sociedad actual la violencia femenina es un
tema, hasta políticamente, incorrecto).
En esta ocasión, y como para graficar esta foto, pondré sobre la mesa lo que recientemente ocurrió en el fútbol domestico del interior de Buenos Aires. Según consta en una publicación del medio rivadavienese Master News, una árbitro asistente oriunda de General Pico, de la provincia de La Pampa, denunció violencia de género en las canchas de la Liga del Oeste del fútbol argentino.
Parece ser que la línea Mailén Saavedra denunció, a través de su perfil
de Facebook, los malos tratos que recibiera en la ciudad de Carlos Tejedor en
el marco del encuentro entre el equipo local y su visitante, proveniente del
vecino distrito de Rivadavia. Entre sus comentarios se destacan que le
sorprendía que las agresoras fueran justamente mujeres de la hinchada local,
resaltando el machismo de las mismas al no respetarse entre ellas, así como
tampoco valoran el trabajo femenino, al ser enviada a lavar los platos por sus
congéneres quienes, incluso, la tildaron de atorranta (vagabunda, pordiosera,
etcétera) por el tipo de actividad que desempeña. Al finalizar sus expresiones
hizo hincapié en que “me daba lástima escuchar a las mujeres
insultándome, por ser nosotras mismas quienes despreciamos a nuestro
género".
Por otra parte, el árbitro principal, Sergio Javier Inchaurrondo,
también expresó sus sentimientos de tristeza por lo sucedido con la hinchada
femenina del equipo local y se solidarizó con quien considera una gran
asistente “ella está en los partidos más importantes” expresó, destacando su
capacidad y carácter. También se sorprendió de que fueran mujeres las que
dilapidaran tales barbaridades y se manifestó en favor de la igualdad.
Para finalizar, quiero expresar que no me sorprenden este tipo de
acciones, a las que considero hasta cotidianas y comunes en una porción
importante del público femenino y masculino de nuestro fútbol, hasta incluso se
las puede observar en los encuentros formativos, para las divisiones menores,
donde los padres agreden verbalmente desde los árbitros hasta los pequeños
jugadores rivales. Por estas y otras acciones, y si analizamos someramente los
modelos, de machistas o feministas extremos, llegaremos a la conclusión que no
conducen a un puerto seguro, generan más distancias y rencores; por lo que ya
es hora, en este mundo tan avanzado en distintos órdenes, de propugnar un
“nuevo paradigma” donde prevalezca el sentido común, la igualdad absoluta en
todas las direcciones, la libertad y un NO rotundo a las dictaduras (haciendo
referencia a que nadie nos puede diagramar que podemos, o no, hacer los seres
humanos dependiendo de su género) .
A su vez, sería interesante que comience a usarse la empatía y que
comencemos, quizás, con pequeñas acciones positivas como dejar de estigmatizar
injustamente a un grupo específico de personas y que tengamos presente que la mujer
no proviene de un repollo, sino que es un ser humano, con virtudes y defectos.
“La violencia no es un tema de género, sino de patrones de
conducta aprendidos durante la infancia” Erin Pizzey
Noticia e imagen: Mundiario
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