Los Calogero, familia argentina de árbitros
La historia de la familia Calogero en el arbitraje comienza con Aníbal.
Este hombre que hoy tiene 66 años nació en Chaco y llegó a Junín siendo un
chico. Nuestra ciudad lo recibió con los brazos abiertos y aquí fue donde
creció, trabajó y hasta pudo formar una linda familia que hoy es su gran motivo
de orgullo.
Aldo practicó fútbol en el club Defensa Argentina. Después de eso, el
tema del arbitraje comenzó a formar parte de su vida. Los inicios fueron casi
por casualidad pero con el paso del tiempo aquel hobby se transformó en un
estilo de vida.
Sobre sus comienzos recordó: “Yo tocaba el trombón en la banda musical
del ejército. Ya había dejado de jugar al fútbol y quise probar con el
arbitraje. Tenía 24 años. Después de eso no paré hasta casi los 50”.
En aquellos primeros pasos, primero fue asistente en partidos de
divisiones inferiores y luego comenzó a dirigir en la Primera división del
fútbol local. Durante 25 años, Aldo impartió justicia en encuentros picantes,
en clásicos de Junín y la zona. Y todo lo hizo con mucha honestidad, por eso es
que cosechó respeto y una gran cantidad de amigos.
Sobre su trayectoria, remarcó: “Uno ha dejado a la familia para ir a
dirigir, ha hecho mucho sacrificio que por ahí la gente no sabe, pero lo más
importante es la cantidad de conocidos y amigos que he podido lograr durante
tantos años. Ese es el principal orgullo que tengo, ese y el hecho de que en mi
familia hay muchos que hay continuando con esta pasión”.
Aldo Calogero, el primero en continuar el legado de Aníbal
Aldo Calogero, el primero en continuar el legado de Aníbal
El primero en continuar con el legado de Aníbal fue su hijo mayor, Aldo
Calogero, quien ya lleva 30 años en la profesión y quien hoy en día es uno de
los árbitros más reconocidos de la Liga Deportiva del Oeste.
Sobre la transmisión de esta enorme pasión, Aldo dijo: “Yo tendría diez
años cuando lo acompañaba a mi papá a las canchas. Le llevaba el bolso y lo
ayudaba con las planillas. Comencé desde muy chico a mamar esto y gracias a
Dios pude continuar con algo muy lindo que comenzó mi padre”.
Sus inicios fueron allá por julio de 1985. En aquel entonces, el
árbitro Oscar Núñez le propuso dar los primeros pasos y Aldo aceptó sin saber
que estaba comenzando una carrera que le daría muchas alegrías.
“Mi primer partido fue como asistente, en un encuentro de reserva,
entre Sarmiento y Flandria. Me tocó hacer de asistente justo al lado de la
parcialidad visitante. Me putearon de lo lindo, pero tomé algunas decisiones
que me hicieron sentir muy seguro”.
De aquel debut como asistente pasaron casi 30 años. Un tiempo necesario para sembrar y cosechar miles de anécdotas. Entre ellas, jamás podrá olvidar la experiencia vivida en Capital Federal, cuando después de recibirse de árbitro de AFA se radicó allí para probar suerte.
“Tuve la oportunidad de ser asistente en varios partidos de reserva, en la Primera división. Hasta que en 1998, por problemas personas, me volví a radicar en Junín”, detalló.
Tras el regreso, su carrera continuó creciendo. Dirigió decenas de partido importantes, de esos que ante el mínimo error la cosa se puede poner complicada. Pero Aldo lo sabía y por eso siempre se preparó para estar a la altura de las circunstancias.
De aquel debut como asistente pasaron casi 30 años. Un tiempo necesario para sembrar y cosechar miles de anécdotas. Entre ellas, jamás podrá olvidar la experiencia vivida en Capital Federal, cuando después de recibirse de árbitro de AFA se radicó allí para probar suerte.
“Tuve la oportunidad de ser asistente en varios partidos de reserva, en la Primera división. Hasta que en 1998, por problemas personas, me volví a radicar en Junín”, detalló.
Tras el regreso, su carrera continuó creciendo. Dirigió decenas de partido importantes, de esos que ante el mínimo error la cosa se puede poner complicada. Pero Aldo lo sabía y por eso siempre se preparó para estar a la altura de las circunstancias.
Ya casi pisando los 45 años, Aldo está a punto de dejar la actividad
pero seguirá ligado a la profesión como instructor. Experiencia y conocimientos
le sobran, por eso es que se mantiene vigente, activo y muy feliz con todo lo
realizado.
“Tato” y Franco, la tercera
generación de árbitros de AFA
Franco representa a la nueva generación. Tiene 22 y comenzó a los 18. Está
dando sus primeros pasos, ya dirigió unos treinta partidos en la Primera
división del fútbol local y está muy cerca de transformarse en árbitro de AFA.
Sobre sus primeros pasos en el arbitraje, contó: “Arranqué por una
invitación que me hizo mi papá para hacer de línea en el torneo de la Unnoba.
La primera vez fue algo normal, en algún punto me sirvió como changa, pero
después mi papá me dijo que lo pensara bien, que él creía que yo podía tener
condiciones”.
“La experiencia en el torneo de la Unnoba me sirvió para tomar
confianza. Después me sumé a la liga y ahí ya comencé a dirigir en inferiores
hasta que en febrero de este año tuve la posibilidad de dirigir en primera, en
el nocturno, y de ahí en adelante las cosas me están saliendo bien”, agregó Franco.
El sueño de dirigir en la Primera división del fútbol argentino vive en
él, todos los días. Para llegar a esa meta tiene el apoyo de su abuelo, de
padre y de su tío Gustavo, que es el cuarto protagonista de esta tradición de
árbitros en la familia Calogero.
A Gustavo lo conocen como “Tato”. Es hijo de Aníbal y hermano de Aldo.
Tiene 33 años y hace 17 que es árbitro profesional. Comenzó su carrera en Junín
y continuó en Capital Federal, donde hoy se encuentra radicado.
“Tato” dirige Federal B y C. Y al ser consultado por Democracia sobre
sus inicios, contó: “Mi papá y mi hermano me transmitieron esta profesión que
hoy en día significa mucho para mí. No sólo desde lo económico, sino también
como forma de vida. He conocido muchos lugares y mucha gente gracias al
arbitraje”.
De esta manera, está claro que en la familia Calogero se respira
fútbol. La pasión por el arbitraje ha sabido perdurar ante el paso de los años.
El silbato y las tarjetas forman parte de una vida cargada de emociones, de
anécdotas y sueños.
La expectativa por llegar al fútbol grande de la Argentina hoy está
depositada en Franco. Allí se concentra la ilusión de todos y esa esperanza se
vive con el mismo entusiasmo que tuvo Aníbal, cuando por primera vez pitó el
inicio de un partido.
Noticia e imagen: Diario Democracia
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