Cuento de Fútbol: Los doce héroes hijos del mar
Una nueva entrega de las narraciones literarias de nuestro colaborador Ricardo Vides Zamora:
LOS
DOCE HÉROES HIJOS DEL MAR
Cuando el viento sopla, si escuchas con el
corazón, te contarán las hojas del árbol de las memorias acontecidas, la
historia de los doce héroes, hijos del mar que vivieron sobre los horizontes de
la tierra.
En aquel tiempo, los demonios de la sangre
derramada haciendo sus apariciones indeseables, sacrificaban el brillo alegre
de los ojos y el contagioso reír de los labios del hombre o de la mujer que
atrapaban.
En cualquier momento la peor maldición podía
cumplirse y caer sobre los mayores, porque las incursiones de aquellas almas
poseídas y violentas, se llevaban las mejores frescuras que la hermosura de la
juventud guarda y libera en las emociones y sentimientos de sus rostros.
¿Cómo apaciguarles el ánimo y aplacar sus
enojos…?
Antes de salir hacia la casa de los espíritus
perversos, los doce héroes se cubrieron el latir de su pecho con penachos de
plumas, azules como el cielo, de esta manera los males y peligros a los cuales
se enfrentarían, identificarían el lugar de donde provenían y cuál era su color
sagrado. Dice el aire cuando se trastoca en recuerdos, que dejar a sus espaldas
un pueblo para devolverle orgullo y satisfacciones, es el bien más preciado que
debes heredarle al mañana que vendrá.
Dedos a millares los señalaron como retadores
de lo imposible, igual a ese discurrir de pensamiento perdido en los cangrejos
del río que únicamente caminan para atrás y son devorados fácilmente.
En alas de las águilas, que vuelan arriba de
truenos y relámpagos, los doce héroes dieron pasos de gigante sobre el abismo
de las aguas. Llegaron al lugar donde medirían fuerzas, justo a la orilla de un
mar lejano y desconocido, donde los gritos de las olas chocando con las piedras
rompen los oídos. Oscurecía y dispusieron descansar para recobrar las energías,
antes lavarían con sus propias lágrimas y sudores sus cuerpos, lanzas y
escudos, preparándose y preparándolas para el combate.
Mientras dormían, serpientes y alacranes se
adentraron en sus sueños, mostrándoles joyas y tesoros pretendiendo apartarlos
de su misión, pero ellos no traicionaron su pobre origen ni la razón de su
travesía, porque sería como escupir la fuente de la cual se ha bebido.
Aconteció lo increíble en las batallas y uno
tras otro, los ejércitos fueron derrotados por las destrezas y habilidades de
los doce héroes; los demonios dispusieron dar una tregua, prometiéndoles que
mientras durara el orgullo y la satisfacción por la victoria alcanzada, al
menos en ellos doce, no molestarían a su pueblo y los dejarían vivir en paz.
CUENTO DEDICADO A LA SELECCIÓN PLAYERA
DE EL SALVADOR
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