Cómo es la formación de un joven árbitro colombiano
En Colombia hay cerca de 1.200 árbitros oficiales aproximadamente, divididos
en 36 colegios arbitrales. La cifra no es abultada. No es una carrera que
cautive a muchos niños y jóvenes, pero los hay. Los que lo hacen, comienzan una
profesión de mucho sacrificio, de mucha preparación, de mucho aguante.
Camilo Fonseca, a sus 24 años, es uno de esos árbitros gracias a que su
profesor le dijo que pitara un partido del campeonato escolar.
—Pasó de repente. Mi sueño era ser futbolista. Pero así se dieron las
circunstancias. Pité ese partido en el colegio y me gustó. Un profesor me llevó
a un colegio arbitral y ahí empecé. Hoy puedo decir que ha sido una decisión
fructífera para mi vida
—Esto es exigente. Los amigos y la familia piensan que el arbitraje es
sencillo. Que es tomar un silbato e impartir justicia. Pero esto es un proceso
de mucha entrega, de sacrificio diario, de entrenar, entrenar y entrenar —dice
Camilo.
Entrena por la noche, junto con otros 15 jóvenes, en la pista de
atletismo de la Unidad Deportiva el Salitre en Bogotá. Entre ellos está José
Guerra que es el secretario del colegio arbitral Asocafa, uno de los tres de Bogotá.
José también fue árbitro, pero lo abandonó a los dos años, "por una lesión
de meniscos".
— ¿Y por qué le dio por ser árbitro?
—Era muy malito jugando fútbol. Para no quedarme afuera en los partidos
del colegio, dije un día: 'Venga, yo les pito'. Y me gustó. Ahí arranqué.
Todos los miércoles del año hacen pruebas de velocidad y resistencia
por más de una hora, dirigidos por el profesor José Borbón, ex árbitro. Conoce
bien de dónde salen los árbitros porque es uno de los que les toca la titánica
tarea de buscarlos. Dice que es muy difícil encontrarlos.
—No a todos les gusta esto, pues los chicos quieren es jugar fútbol. Y
no es fácil cautivarlos. Nosotros hacemos convocatorias en colegios y
universidades y llegan aspirantes, entre 20 y 30, para un curso que hacemos de
tres meses. Pero de ellos nos quedan apenas unos 10 —asegura.
— ¿Y pagan algo los aspirantes?
—Nooo. Si así nomás es difícil encontrar árbitros, imagínese si cobráramos. ¡No
llega nadie!
Borbón cuenta que algunos árbitros llegan porque tienen familia arbitral, otros
por casualidad y en la mayoría de los
casos para buscarse un ingreso económico a temprana edad. Dice que cuando pitan
partidos en los barrios o en empresas ganan unos 25.000 o 30.000 pesos, y que
la cifra aumenta entre más partidos y cuando suban de categoría. Algunos
árbitros dicen que en la categoría B ganan 800.000 pesos y en la A, 1’7000.000.
Y que los asistentes ganan la mitad.
En la pista también hay un par de mujeres árbitras que se han ido
uniendo al grupo. Algunas de las mujeres de este colegio se preparan para estar
en la Liga femenina profesional que recién empezó en el país.
En este grupo de árbitros la mayoría ya son experimentados. Hicieron su
curso de tres meses, se graduaron —primero todos como asistentes arbitrales— y
siguieron adelante. Cada uno escogió su ruta: unos son centrales, otros son
asistentes. Hay tres categorías: C, B, A y Fifa, para ser central tienen que
medir mínimo 1,80.
El entrenamiento físico es primordial en la carrera arbitral. Cada seis
meses, antes de cada campeonato, la Federación Colombiana de Fútbol les hace
pruebas físicas y teóricas a los árbitros para promoverlos, por lo cual tienen
que estar preparados. Llegar a la A puede tardar tres años o diez, eso es
relativo. Muchos no llegan, se van quedando en el camino. O no logran
mantenerse.
El reglamento lo estudian en el aula de clases de un piso de un
edificio de Bogotá, donde queda el colegio arbitral Asocafa. Hay 50
pupitres, un baño, un botellón de agua, una oficinita contigua. La clase
empieza a las 7:30 p. m. todos los viernes.
El instructor es Daniel Montenegro, ex árbitro, docente hace 15 años,
licenciado en Ciencias del Deporte.
—Esto es complicado porque el reglamento toca interpretarlo y varía de
persona a persona. Hay muchas cosas complicadas y este año más porque nos
cambiaron normas de hace 20 años. Las nuevas generaciones reciben la clase
teórica con mayor gusto, las antiguas son más reacias —dice el instructor.
Daniel comenta que son dos clases obligatorias al mes por cada alumno y
que si faltan, hay una multa de "20.000 pesos".
— ¿Y cómo le parece la formación del arbitraje
colombiano?
—Regular. Nos falta mucho. Dos horas teóricas un día a la semana es muy
poco.
Los árbitros, los pocos, se preparan al máximo, hacen sus
entrenamientos físicos y sus pruebas teóricas. También hacen prácticas de
campo, en canchas grandes, donde simulan jugadas. Todo eso les ayudará a
acertar en la cancha, en los partidos. A estar bien ubicados y a tomar
decisiones correctas. Lo demás hace parte del carácter que cada uno forme para
encarar una profesión tan maltratada. No todos aguantan semejante presión.
En Colombia, los árbitros no tienen preparación psicológica y esa es
una de las grandes carencias. El profesor Borbón dice que piensan
implementar algunas charlas con expertos y que son necesarias para trabajar el
carácter y la personalidad de los árbitros, sobre todo cuando están empezando y
son sensibles a abandonar.
Fuente e imagen: El Tiempo
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