Condiciones psicológicas que favorecen el máximo rendimiento arbitral
El
árbitro de fútbol es un deportista que, como cualquier otro deportista, debe
rendir al máximo nivel posible realizando su cometido específico. Y este
rendimiento debe producirse en el marco estresante de la competición deportiva,
razón por la que muchos árbitros, al igual que ocurre con muchos jugadores, no
son capaces de rendir de acuerdo con sus posibilidades reales.
En el
contexto de la alta competición (competiciones internacionales, primera
división y segunda división), las condiciones estresantes de los partidos son
muy acusadas, fundamentalmente, por la enorme trascendencia de los resultados
deportivos y la estricta evaluación social de los protagonistas como parte del
"deporte-espectáculo-negocio" que es el fútbol en estas categorías.
En estas condiciones, los jugadores, los entrenadores y los árbitros, suelen
rendir a un buen nivel la mayor parte del tiempo, pero son propensos a cometer
errores que aunque pocos en cantidad pueden resultar decisivos.
En
realidad, la mayor parte de los deportistas de alta competición (incluyendo
jugadores, entrenadores y árbitros), a través de su carrera deportiva han
desarrollado una gran capacidad de control del estrés que les permite funcionar
correctamente la mayor parte del tiempo, pero en muchos casos, carecen de la
suficiente capacidad para funcionar del mismo modo en momentos muy concretos
que suelen ser muy decisivos en el desarrollo y desenlace del partido.
Así, por
ejemplo, un árbitro está controlando bien el estrés que rodea a un partido y su
rendimiento arbitrando está siendo bueno. Pero en un momento concreto toma una
decisión y recibe las protestas de los jugadores del equipo afectado al tiempo
que los abucheos del público. Se mantiene en la decisión pero tiene la duda de
haber acertado; su ansiedad aumenta y su atención se estrecha, en detrimento de
su rendimiento presente. En estas condiciones, es más probable que tome una
decisión errónea en las siguientes jugadas o que maneje peor su comunicación
con los jugadores, pudiendo "perder el control del partido" y hasta
influir decisivamente en el resultado de éste.
Es
evidente que el árbitro puede equivocarse, al igual que lo hacen los jugadores
y los entrenadores (y de hecho, las equivocaciones de los árbitros suelen ser
menos en número que las de los jugadores y los entrenadores), pero los errores
pueden reducirse si el árbitro se encuentra en buenas condiciones físicas y
psicológicas. Para ello es importante detectar las necesidades psicológicas de
los árbitros, con el propósito de centrar la preparación psicológica en los
aspectos que en cada caso sean más necesarios.
CONDICIONES PSICOLÓGICAS QUE FAVORECEN EL
MÁXIMO RENDIMIENTO
La
activación general del organismo es una respuesta en la que intervienen el
sistema nervioso central y el sistema neurovegetativo. Básicamente, al aumentar
la activación general, aumentan el estado de alerta, la actividad somática y la
actividad simpática. Esto supone, por ejemplo, que al aumentar el nivel de
activación general de un árbitro durante un partido de fútbol, su atención
estará más alerta respecto a determinados estímulos (en detrimento de otros),
aumentará su tensión muscular y se incrementará su tasa cardíaca.
El nivel
de activación general se puede situar en un continuo que, en estado de vigilia,
se extiende desde un estado de máxima calma y relajación (activación muy baja)
hasta un estado de máxima alerta, tensión y excitación (activación muy alta).
El nivel
de activación general influye en el rendimiento de los deportistas afectando su
funcionamiento físico y psicológico.
- En el
primer caso, la activación repercute en aspectos como la tensión muscular, la
movilización de energía y la coordinación motriz. En el caso de los árbitros
estos aspectos pueden influir en la calidad y el "timing" de sus
desplazamientos, su posición más o menos apropiada en el campo, el cansancio
físico y hasta la facilidad para ejecutar la acción de soplar el silbato.
Además, la activación puede influir en sus gestos corporales y en el volumen y
el ritmo de su conducta verbal cuando se dirigen a los jugadores y los
entrenadores.
- En el
segundo caso, la activación influye, fundamentalmente, en la conducta
atencional y los procesos implicados en el procesamiento de la información, las
operaciones mentales y la toma de decisiones. En el caso de los árbitros, puede
influir decisivamente en la observación y apreciación de cada situación del
juego, la decisión de pitar o no pitar, y la acción de pitar en el momento
correcto.
- Por
ambas vías, funcionamiento físico y/o psicológico, la activación general puede
influir en el rendimiento de los árbitros positiva o negativamente.
Por
ejemplo, si durante el partido el árbitro está demasiado relajado (activación
demasiado baja), su atención se encontrará demasiado dispersa y captará peor
los estímulos clave de cada situación. De esta forma, será más probable que
ignore las señales del árbitro asistente, no vea algunas faltas que se cometan
o las vea tarde y ya no las señale, controle mal las reacciones de los
jugadores, etc.
En el
polo opuesto, más habitual, si el árbitro está demasiado activado, le resultará
difícil controlar todos los detalles importantes para poder tomar las mejores
decisiones, pues su atención se habrá estrechado demasiado y, además, en muchos
casos, estará en parte pendiente de los síntomas de sobreactivación (tensión,
preocupación, agobio, etc.), disminuyendo su capacidad para captar e
interpretar correctamente toda la información clave de la situación. En estas
condiciones, será más probable que se le escapen detalles muy relevantes, que
sus apreciaciones sean defectuosas, que actúe impulsivamente o bien que se
inhiba cuando debería pitar, cometiendo errores más o menos graves que podrían
haberse evitado, o al menos minimizado, si su nivel de activación general no
hubiera sido tan elevado.
Entre
ambos estados de activación (demasiado baja y demasiado alta) existe un nivel
de activación que, al contrario que los anteriores, favorece el máximo
rendimiento del árbitro: el nivel de activación óptimo.
Nivel de Activación Óptimo
El nivel
de activación óptimo se refiere al grado de activación general que, en cada
caso particular, favorece el mejor funcionamiento físico y psicológico, y por
tanto, el máximo rendimiento dentro de las posibilidades reales de cada
deportista. Mientras que los niveles de activación situados por debajo o por
encima del nivel óptimo, propician un funcionamiento defectuoso que perjudica
al rendimiento.
Así, un
árbitro que se encuentre por debajo de su nivel de activación óptimo (es decir,
que esté más relajado de lo que le conviene) no será capaz de rendir según sus
posibilidades. Si la activación aumenta hasta alcanzar el nivel óptimo, podrá
rendir al máximo de sus posibilidades. Pero si su activación sobrepasa el nivel
óptimo (está demasiado activado) tampoco rendirá como podría hacerlo. Por
tanto, es importante que los árbitros se encuentren en su nivel de activación
óptimo para que sea más probable que su rendimiento sea bueno.
Básicamente,
el nivel de activación óptimo se caracteriza por un estado de fluidez física y
psicológica que permite rendir al máximo posible sin aparente esfuerzo. En este
estado, el deportista funciona física y psicológicamente lo mejor que puede,
utilizando sin dificultad sus mejores habilidades en beneficio de su
rendimiento.
El nivel
de activación óptimo es diferente para cada árbitro. Para algunos, la
activación óptima es más elevada que para otros. Y por tanto, es importante que
cada árbitro en particular aprenda a identificar cuál es su nivel de activación
óptimo. A partir de aquí, podrá aprender a evaluar su activación presente y
saber si se encuentra en el nivel óptimo que favorecerá su rendimiento, o bien
por debajo o por encima de éste. En el primer caso, su objetivo será mantener
el nivel de activación presente, pero en el segundo convendrá que aplique
estrategias adecuadas (que también deberá aprender) para aumentar o disminuir
su activación hasta situarla en el nivel óptimo.
Por
tanto, el entrenamiento psicológico de los árbitros de fútbol, entre otros
aspectos, debe incluir que aprendan a identificar y autorregular su nivel de
activación general, con el objetivo de comenzar el partido en su nivel de
activación óptimo, y mantener esta activación a lo largo de todo el partido a
pesar de estar expuestos a múltiples situaciones estresantes que podrían
alterarlo.
Aspectos Psicológicos que influyen en el Nivel
de Activación
Como
señalan Buceta y Bueno (2001), básicamente, dos grandes variables psicológicas
influyen en el nivel de activación general de los deportistas: la motivación y
el estrés.
- En
ausencia de motivación y estrés la activación es baja y no se alcanza el nivel
de activación óptimo.
- Cuando
la motivación aumenta también aumenta la activación. En ausencia de estrés, una
motivación alta suele propiciar el nivel de activación óptimo, salvo que la
motivación sea excesiva (motivación incontrolada), en cuyo caso suele
producirse un estado de sobreactivación que perjudica el rendimiento.
- Cuando
el estrés aumenta moderadamente, de manera controlada, aumenta la activación y
también se suele alcanzar el nivel de activación óptimo. Sin embargo, el estrés
demasiado alto puede provocar una activación demasiado alta (cuando se
manifiesta con ansiedad u hostilidad) o una activación demasiado baja (cuando
se manifiesta con desánimo); en ambos casos, el deportista no alcanza su nivel
de activación óptimo.
- El
estrés prolongado produce agotamiento psicológico y favorece un estado de
activación bajo que no alcanza el nivel de activación óptimo.
En
ocasiones es posible que algunos árbitros no alcancen su nivel de activación
óptimo por no estar lo suficientemente motivados. Para prevenir o paliar este
problema, es importante que aprendan a automotivarse utilizando estrategias
psicológicas apropiadas, o que dispongan del apoyo de un psicólogo del deporte
que pueda ayudarlos.
Sin
embargo, será más frecuente que no estén en su nivel de activación óptimo por
un exceso de estrés. Y también en este caso, el desarrollo de estrategias de
autocontrol del estrés y la ayuda del psicólogo del deporte pueden ser
determinantes.
En líneas
generales, cada árbitro debe aprender a identificar las situaciones concretas
"de riesgo" que hacen más probable una motivación inadecuada o un
estrés incontrolado, y posteriormente, deben aprender estrategias psicológicas
apropiadas para actuar con eficacia cuando estas situaciones se presenten, de
forma que su motivación y su control del estrés sean los más adecuados; es
decir, los que favorezcan su nivel de activación óptimo. Por ejemplo, pueden
aprender habilidades de comunicación para relacionarse más eficazmente con los
jugadores y los entrenadores durante el partido.
En este
proceso es importante fortalecer un aspecto psicológico de gran trascendencia:
la autoconfianza. Cuando la autoconfianza es alta, la motivación suele
predominar sobre el estrés, siendo más probable el nivel de activación óptimo.
Así, un árbitro que confíe verdaderamente en que dispone de recursos
suficientes para realizar bien su cometido, estará más motivado y menos
preocupado antes de los partidos, y será más propenso a controlar correctamente
las situaciones estresantes que se le presenten durante el partido.
Fuente: Psicología del árbitro de fútbol
Si como arbitro las diferentes situaciones en el terreno de juego y los equipos hacen que si un arbitro no esta fica y mental no pueda ser asertivo y tome malas desiciones hay otra forma de hacer que estas situaciones cambien con mas diciplina conocer las reglas de juego y estar pendiente de sus modificaciones y una parte excencial es la alimentación.
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