Vida profesional sin recompensa económica



La galardonada por el premio Vicente Acevedo como mejor colegiada de la Liga femenina la pasada campaña, Marta Frías (1980), celebra poder disfrutar de pequeños pasos tras 17 años de carencias. "Vamos en correlación con las futbolistas. Si los equipos y la selección crecen, nosotras también".
Integrante del equipo de 22 colegiadas a las que la Federación dio la responsabilidad en Primera, suspira cuando tiene que relatar cómo es su día a día. "Compatibilizar el trabajo y esto es una locura". A las 6:30 acude a su oficina como Project Manager en una empresa de ingeniería de iluminación. Por la tarde, dedica otra jornada laboral a cuidar su cuerpo con entrenamiento, fisioterapeuta, nutricionista… y a aprender inglés para los partidos internacionales.
Una inversión que no se ve recompensada por los 167 euros que recibe por un partido. Los fines de semana no solo viaja, sino que ejerce en Tercera masculina y fútbol base. "No descanso ningún día del año. Es muy sacrificado. Ellos sí pueden cuidarse y entrenar bien. Eso se nota, y más con la edad. Yo con 39 años tengo que cuidarme muchísimo el cuerpo".
Cuando Frías comenzó hace 17 años, cobraba 1.000 pesetas por partido y recibía una camiseta de algodón de hombre de la talla L. "Ahora nos dan exactamente las mismas cosas que a ellos. Como en todos los entornos masculinizados, tenemos que ir poniendo granitos de arena. Nos tratan igual, lo que cambia es lo que nos pagan, pero eso va en relación a lo que genera el fútbol. Hay un antes y un después, solo hay que tener paciencia. Las futbolistas no tienen ni convenio, así que hay que ir sumando".
Como las jugadoras, ellas tampoco tienen seguridad. Una lesión de espalda lo puso de manifiesto. La dolencia, producida en el entorno deportivo, le llevó a estar un año de baja que no estaba cubierta por su empleo. Un año sin trabajar, sin ingresos, y teniendo que afrontar económicamente el tratamiento. "¿Qué haces en esos casos? Te planteas dejarlo. No puedes hacer la apuesta porque no te da para vivir, y la vida profesional después se complica, porque no es lo mismo buscar trabajo con 39 que con 25. Ese año lo pasé fatal. Si lo hiciera por dinero ya lo habría dejado". 
María Dolores Martínez Madrona (1986) fue la encargada de dirigir el famoso récord del Wanda Metropolitano, un encuentro entre Atlético y Barça al que asistieron 60.739 personas. Para ella y para su familia fue un día histórico y emotivo. "Estuvimos recordando cuando me tocaba ir a los peores campos, a sitios en los que escuchabas de todo y realmente lo pasabas mal. En días así ves que el esfuerzo merece la pena".
Martínez Madrona jugaba al fútbol con chicos, pero una fractura de tibia y peroné le hizo dejarlo durante cuatro meses. A su vuelta, por edad, no podía seguir con ellos y a su padre se le ocurrió que iniciara su camino en el arbitraje. "Tuvo una magnífica idea, ha sufrido y ahora se emociona al verme en estos campos". Sin embargo, pese a protagonizar partidos de tanto impacto como la final de la Copa de la Reina, su vida laboral se centra en la enseñanza.
Maestra de francés en un colegio de Pliego (Murcia), dedica las tardes a cuidar su cuerpo y prepararse de forma profesional para los fines de semana. "Se están dando grandes pasos pero todavía tenemos nuestro trabajo o estudios. Tenemos muchas horas diarias de dedicación. Nosotras siempre hemos estado ahí, y ahora se nos da la oportunidad de superar las mismas pruebas físicas y tener nuestro espacio. Hay mucho esfuerzo detrás y por fin hay un reconocimiento en la élite".
Después de 19 años, confirma que "resistir" es la única vía para llegar lejos en el fútbol. "Hemos demostrado que esta tarea no es masculina ni femenina. Poco a poco habrá más mujeres en Primera División, es cuestión de tiempo". Las niñas ahora pueden apostar por esto, pero tienen que prepararse a conciencia. "Las más capacitadas llegarán".
Fuente: Eldiario


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