La personalidad en el arbitraje por Rafael Michel
La
actividad de ejercer la autoridad dentro del terreno de juego conlleva a
forjarse una personalidad de respeto y admiración; por ello el árbitro “no es
un robot o un mono digital”. Cada uno nos distinguimos por nuestra
personalidad; en el arbitraje juega un papel importante.
El
derecho al libre desarrollo de la personalidad deriva del principio de
autonomía personal, y consiste en la capacidad de elegir y materializar
libremente planes de vida e ideales de excelencia deportiva, sin la intervención
injustificada de terceros; los árbitros tenemos también un plan deportivo
excepcional y aceptamos la orientación deportiva y no de mala fe de otros. No
hay duda de ello.
El libre
desarrollo de la personalidad, como derecho humano, ha tenido un proceso
histórico y evolutivo que data desde las primeras civilizaciones, teniendo como
principales antecedentes los conceptos de humanidad, dignidad, personalidad,
libertad y naturaleza humana, llegando a su máxima expresión con el
reconocimiento legal de la igualdad y libertad de las personas; los jueces poco
a poco y lentamente vamos adquiriendo la personalidad y autoridad conforme nos
da la experiencia de cada cotejo y las observaciones que nos hacen los
instructores y asesores con base a las reglas de juego; y de la cultural de la
legalidad deportiva.
Los
árbitros con personalidad positiva se distinguen porque creen en sí mismos,
están dispuestos a ver lo mejor en los demás. Pueden ver oportunidades
dondequiera. Se enfocan en las soluciones. Desean dar solución a los conflictos
inmediatamente. Buscan la mejor solución, tiene intuición - sentido común - en
todo. Son Persistentes. Asumen la responsabilidad de sus deberes deportivos.
Son dinámicos. Buscan la mejor posición, siempre están atentos, concentrados y
están concentrados “al alba “; entre otras cualidades.
Sin duda,
quiénes ejercemos la autoridad deportiva tenemos la libertad de elegir como
deseamos distinguirnos y ejercerla; pero, ¿Tendremos el mismo derecho de elegir
cómo desarrollar esa autoridad? Con base a los antivalores: prepotentes, déspotas,
majaderos, groseros, soberbios y hasta mal encarados o respetando los valores
humanos: con respeto, cordialidad, justicia, imparcialidad, honestidad,
solidaridad, sentido común.
En los
Estados Unidos Mexicanos, -México- la Constitución mexicana otorga una amplia
protección a la autonomía de las personas, al garantizar el goce de ciertos
bienes que son indispensables para la elección y materialización de los planes
de vida -y hasta la deportiva- que los individuos se proponen. Por
consiguiente, la relevancia del derecho al libre desarrollo de la personalidad
reside en que, no sólo constituye un bien jurídico autónomo de importancia
superior, sino que, además, se encuentra íntimamente relacionado con otros
derechos fundamentales, e incluso, es condición necesaria para ejercer muchas
de esas prerrogativas esenciales del sistema jurídico; garantizando todo lo
relacionado con lo deportivo.
La
voluntad del árbitro adquiere un rol protagónico y fundamental, toda vez que la
posibilidad de aceptar o rechazar una orientación hace de la autodeterminación
y autonomía personal, factores determinantes.
Este tema
ha sido abordado en situaciones tan controversiales como con la desesperación
de jueces que quieren solucionar todo a tarjetazos o a gritos (decisión
consciente del juez que no conoce recursos o no pudo controlar el juego desde
un principio).
El tema
de la libre autodeterminación, tratándose de ejercer la autoridad no debe ser
controversial, pero sin duda, muy interesante y, sobre todo, de mucho valor
para la cultura de la legalidad deportiva y jurídica; de enriquecimiento en el
desarrollo de los derechos del juez; sin importar la posición en que la
ejerzan.
*Rafael Michel,
ex árbitro profesional e instructor y asesor de jueces del sector profesional y
aficionados.
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