Andrés Merlos, mecánico de Mirage y árbitro de primera división
Debido a una dura enfermedad que
atraviesa su madre, desde hace un tiempo, Andrés se instaló en Mendoza junto a
su esposa e hijos. La situación es difícil, pero cumple con sus funciones en el
edificio Cóndor o de arbitrar en los partidos que le asigna la Asociación del
Fútbol Argentino (AFA).
En pandemia, la Fuerza Aérea trabajó bastante para acompañar a buena
parte de la sociedad, ¿cómo lo vivís?
En un país futbolero como el
nuestro, la gente es muy importante. La Fuerza Aérea trabajó muchísimo en época
de pandemia apara apoyar a todos los que lo necesitaban. En lo que compete al
fútbol, poder ir a la cancha en familia, como uno puede ver hoy, es algo muy
lindo.
Estás viajando constantemente, si no es por la Fuerza es por el fútbol…
La verdad es que, a veces, se
complica con la familia. Tengo a mis hijos y a mi esposa y, por los viajes y lo
que demandan los trabajos, estoy muy poco con ellos. Pero bueno, es lo que me
toca. Estoy agradecido de poder hacer lo que me gusta. También soy un
agradecido a la FAA, que siempre me apoyó en mi otra ocupación que es el
arbitraje. Intento disfrutar de mis dos carreras, a las que amo. En ese
contexto, mi familia es un pilar fundamental.
Mecánico de Mirage y árbitro de primera división. Podés decir que
llegaste lejos en ambas carreras…
Durante 18 años trabajé en lo que
es mecánica de Mirage. Son dos pasiones y agradezco a Dios que las puedo tener
y disfrutar. No me gusta comparar las dos carreras porque cada una tiene sus
cosas lindas.
Creo que ha sido un sacrificio.
Soy una persona que toda la vida se puso metas y trató de lograrlas. No es
fácil llegar ni tampoco mantenerse. Por eso trabajo día a día, fundamentalmente
con el apoyo constante de la familia, de mis compañeros y jefes.
¿Por qué ingresaste a la Fuerza Aérea?
Soy hijo de madre soltera, tenía
15 años y un tío que estaba en la Fuerza me dijo que estaban abiertas las
inscripciones. Siempre me gustó la aviación, aunque, desde que nací, mi amor
fue el fútbol.
¿Hay algo en común entre el arbitraje y la Fuerza?
Muchas cosas. En principio, poder
dar cuenta, en la sociedad, de la integración de las FAA. No solo nos
preparamos para un eventual conflicto bélico, sino que estamos a disposición de
ellos y podemos interactuar, ya sea como árbitros o como deportistas. Detrás de
un uniforme, de una casaca de árbitro o jugador, siempre hay una persona. La
sociedad nos abrió la puerta para ejercer, en mi caso, el arbitraje.
¿Cuál es el ritual del fútbol que más te gusta?
La gente. Mientras más gente
haya, más adrenalina hay. El fútbol lo hace la gente. Ni hablar cuando hay
público visitante. Las hinchadas se gritan una a la otra. Esas cosas son
lindas.
Es algo Irónico, porque cuando hay hinchada también te silban a vos.
Cuestiones del fútbol. La verdad
es que uno es profesional, se concentra en el trabajo que tiene que hacer. La
gente es el marco lindo de este deporte. Los insultos llegan, pero es ruido.
(Risas)
¿Cuándo decidiste que querías ser árbitro?
En el año 2001. Empecé la carrera
en Tandil, cuando estuve destinado ahí, porque quería estar dentro del deporte.
Además, ya tenía compañeros de la Fuerza que estaban, así que me metí en el
arbitraje. Nunca me imaginé que iba a llegar a donde estoy hoy.
¿Cómo fue el momento en el que pasaste a dirigir la Primera División?
Un instructor en Tandil me preguntó por qué no me anotaba al curso nacional, que lo daban en Olavarría, muy cerca. Él me veía con condiciones de poder llegar a Primera. Me metí, hice el curso, y me recibí de árbitro nacional. Ahí me empezaron a ver, entonces me vio en ese momento me vio Gustavo Bassi, que era veedor de la AFA, y me propuso a dirigir en Primera División. Así, partido tras partido, hasta poder llegar.
¿Tenés alguna cábala para dirigir?
Soy muy creyente. Miro al cielo y
me pongo en manos de Dios. También beso a mis muñecas, donde tengo tatuados a
mis hijos. Eso lo hago siempre.
Fuente: INFOBAE
¿Qué opinas?