Andrés Merlos, mecánico de Mirage y árbitro de primera división


Oriundo de Mendoza (Argentina), e hijo de madre soltera, a los 15 años dejó su ciudad para ir a Córdoba con el objetivo de ingresar como suboficial a la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Andrés Merlos (1981) llegó a donde muchos hubieran querido hacerlo y se convirtió en mecánico de Mirage. Sin embargo, mientras estaba destinado en una unidad en Tandil, decidió hacer la carrera de árbitro de fútbol. Hoy vive de su vocación y de su pasión: la Fuerza Aérea y el fútbol.

Debido a una dura enfermedad que atraviesa su madre, desde hace un tiempo, Andrés se instaló en Mendoza junto a su esposa e hijos. La situación es difícil, pero cumple con sus funciones en el edificio Cóndor o de arbitrar en los partidos que le asigna la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

En pandemia, la Fuerza Aérea trabajó bastante para acompañar a buena parte de la sociedad, ¿cómo lo vivís?

En un país futbolero como el nuestro, la gente es muy importante. La Fuerza Aérea trabajó muchísimo en época de pandemia apara apoyar a todos los que lo necesitaban. En lo que compete al fútbol, poder ir a la cancha en familia, como uno puede ver hoy, es algo muy lindo.

Estás viajando constantemente, si no es por la Fuerza es por el fútbol…

La verdad es que, a veces, se complica con la familia. Tengo a mis hijos y a mi esposa y, por los viajes y lo que demandan los trabajos, estoy muy poco con ellos. Pero bueno, es lo que me toca. Estoy agradecido de poder hacer lo que me gusta. También soy un agradecido a la FAA, que siempre me apoyó en mi otra ocupación que es el arbitraje. Intento disfrutar de mis dos carreras, a las que amo. En ese contexto, mi familia es un pilar fundamental.

Mecánico de Mirage y árbitro de primera división. Podés decir que llegaste lejos en ambas carreras…

Durante 18 años trabajé en lo que es mecánica de Mirage. Son dos pasiones y agradezco a Dios que las puedo tener y disfrutar. No me gusta comparar las dos carreras porque cada una tiene sus cosas lindas.

Creo que ha sido un sacrificio. Soy una persona que toda la vida se puso metas y trató de lograrlas. No es fácil llegar ni tampoco mantenerse. Por eso trabajo día a día, fundamentalmente con el apoyo constante de la familia, de mis compañeros y jefes.

¿Por qué ingresaste a la Fuerza Aérea?

Soy hijo de madre soltera, tenía 15 años y un tío que estaba en la Fuerza me dijo que estaban abiertas las inscripciones. Siempre me gustó la aviación, aunque, desde que nací, mi amor fue el fútbol.

¿Hay algo en común entre el arbitraje y la Fuerza?

Muchas cosas. En principio, poder dar cuenta, en la sociedad, de la integración de las FAA. No solo nos preparamos para un eventual conflicto bélico, sino que estamos a disposición de ellos y podemos interactuar, ya sea como árbitros o como deportistas. Detrás de un uniforme, de una casaca de árbitro o jugador, siempre hay una persona. La sociedad nos abrió la puerta para ejercer, en mi caso, el arbitraje.

¿Cuál es el ritual del fútbol que más te gusta?

La gente. Mientras más gente haya, más adrenalina hay. El fútbol lo hace la gente. Ni hablar cuando hay público visitante. Las hinchadas se gritan una a la otra. Esas cosas son lindas.

Es algo Irónico, porque cuando hay hinchada también te silban a vos.

Cuestiones del fútbol. La verdad es que uno es profesional, se concentra en el trabajo que tiene que hacer. La gente es el marco lindo de este deporte. Los insultos llegan, pero es ruido. (Risas)

¿Cuándo decidiste que querías ser árbitro?

En el año 2001. Empecé la carrera en Tandil, cuando estuve destinado ahí, porque quería estar dentro del deporte. Además, ya tenía compañeros de la Fuerza que estaban, así que me metí en el arbitraje. Nunca me imaginé que iba a llegar a donde estoy hoy.

¿Cómo fue el momento en el que pasaste a dirigir la Primera División?

Un instructor en Tandil me preguntó por qué no me anotaba al curso nacional, que lo daban en Olavarría, muy cerca. Él me veía con condiciones de poder llegar a Primera. Me metí, hice el curso, y me recibí de árbitro nacional. Ahí me empezaron a ver, entonces me vio en ese momento me vio Gustavo Bassi, que era veedor de la AFA, y me propuso a dirigir en Primera División. Así, partido tras partido, hasta poder llegar.

¿Tenés alguna cábala para dirigir?

Soy muy creyente. Miro al cielo y me pongo en manos de Dios. También beso a mis muñecas, donde tengo tatuados a mis hijos. Eso lo hago siempre.

Fuente: INFOBAE

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