Kari Seitz, su perseverancia plasmaría su increíble carrera
La primera experiencia de Kari Seitz (USA, 1970) como árbitra fue terrible. Y ni ella misma es capaz de explicar por qué quiso repetir. Sin embargo, su perseverancia acabaría plasmándose en una carrera increíble dentro del terreno de juego y, ahora, también fuera de él, en calidad de directora del Departamento de Arbitraje Femenino de la FIFA.
Empezó a arbitrar a los 14 años.
Su primer encargo fue un partido de la categoría sub-12 masculina, en el que
tanto los hinchas como los técnicos tuvieron un pésimo comportamiento.
Aun así, por el motivo que fuera,
se animó a repetir. Al poco tiempo fue invitada a participar en un torneo
juvenil, en el que dirigió otro encuentro sub-12 masculino. De donde tuvo que
abandonar el campo escoltada por el servicio de seguridad.
Aquella noche, en su casa, pensó
en dejarlo. No obstante, recibió la llamada del director del torneo, que la
invitó a volver al día siguiente para arbitrar la final, impresionado por su
capacidad de tomar decisiones y su valor para “hacer lo correcto”.
Treinta y seis años más tarde, Seitz es la directora del Departamento de Arbitraje Femenino de la FIFA.
¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser árbitra de élite? ¿Cómo fue ese
momento?
En 1994 se celebró la Copa
Mundial de la FIFA en Estados Unidos. Yo estaba sentada frente a la línea de
mediocampo en el partido inaugural, en Chicago. Nunca olvidaré el momento en el
que el árbitro entró en la cancha. Pensé: “Esto es lo que quiero hacer. Quiero
ser árbitra de un Mundial”. Entonces ni siquiera se me pasó por la cabeza que
todos fuesen hombres. Lo único que supe es que iba a volcarme en llegar a ser
árbitra de un Mundial. Básicamente, la Copa Mundial de la FIFA marcó el rumbo
de mi vida.
¿Hasta qué punto ha influido el arbitraje en cómo es usted como
persona?
Lo cierto es que el arbitraje me ha formado mucho como persona. Cuando conseguí mi primer empleo al acabar la universidad [Seitz fue ejecutiva de publicidad durante 27 años] ya llevaba muchos años arbitrando. Un año después de terminar la carrera, yo ya había subido de nivel, mientras que el resto de la gente de mi promoción universitaria tardó varios años en ascender. Yo lo atribuyo al arbitraje. El arbitraje exige rendir cuentas, ser responsable, saber dirigir a la gente, aplicar el trabajo en equipo y tener valentía para tomar decisiones. Son unas habilidades fantásticas para el fútbol, para la vida y para el trabajo. Hasta cosas sencillas, como mirar a alguien a los ojos al mismo tiempo que se le da la mano y transmitir sensación de confianza, todo eso me ayudó en mi trabajo. Me ayudó a madurar mucho más rápido y a triunfar laboralmente.
¿Qué hace falta para ser un gran árbitro?
Hay que tener sentido de la justicia y de la equidad, saber encajar las críticas, darse cuenta del valor que uno mismo tiene aunque otros no lo vean. Y por supuesto, además de capacidad atlética, se necesitan grandes conocimientos y pasión por este deporte. Los mejores árbitros también tienen un pequeño “extra”, esa pizca de algo que resulta difícil describir, pero que se ve en el terreno de juego.
¿Por qué dedicarse entonces al arbitraje, si la presión puede ser a
veces tan intensa?
No todo el mundo puede dedicarse
al arbitraje. En una situación ideal, me encantaría convencer a exfutbolistas,
a gente que ha practicado este deporte, para que den el salto al arbitraje.
Para triunfar no solo hace falta entender las reglas. De lo que se trata en el
fondo es de entender el fútbol, eso es algo importantísimo. En cuanto a la
presión, hay que ser el tipo de persona que se hace más fuerte ante ella. Este
trabajo no es para quien quiera dedicarse a él porque le gusta controlar las
cosas. Ese no es un motivo adecuado para ser árbitro. Hay que querer estar en
la cancha con los jugadores y contribuir a que el juego sea mejor de lo que
sería sin nosotros. La función de un árbitro es esa.
¿Cómo ha sido su trayectoria hasta convertirse en directora del
Departamento de Arbitraje Femenino de la FIFA?
Aunque me nombraron para arbitrar
en cuatro Mundiales y tres Olimpiadas, dejé el arbitraje decepcionada. Desde
entonces, mi objetivo ha sido hacer más para demostrar el poder que tiene la
igualdad de género. Yo tenía la aspiración de poder marcar diferencias como
árbitra. Durante casi toda mi carrera arbitré partidos de fútbol masculino y
fui subiendo peldaños hasta llegar a la división de honor masculina de Estados
Unidos. Pero cuando empezó la liga profesional femenina, se decidió que las
árbitras tenían que centrarse en la nueva liga femenina. Las árbitras pasaron
20 años sin volver a actuar en la primera división.
El puesto de directora de Arbitraje en la FIFA me ha dado la oportunidad de centrarme realmente en impulsar el cambio necesario para la igualdad de género. Me lancé de cabeza al desempeño de este nuevo cargo, que me permite de verdad lograr mi objetivo de una forma que antes como árbitra no podía. Tener la oportunidad de promover las cualidades de las árbitras en todo el mundo es un sueño hecho realidad. Tengo muchísima suerte, me siento muy honrada por esta oportunidad y quiero hacer todo lo posible por llevar el balón hacia arriba.
Entrevista completa en: FIFA
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