El árbitro chileno que huyó de Colombia y de Pablo Escobar
Pablo Emilio Escobar Gaviria, el narcotraficante más relevante en la historia de Colombia y América, además del séptimo hombre más rico del mundo a fines de los 80 según la revista Forbes, fue un estrecho colaborador económico de los clubes de Medellín en el proceso que tuvo su momento máximo con la obtención de la Copa Libertadores por parte del Atlético Nacional en 1989.
La influencia del narcotráfico en
el balompié ‘cafetero’, con sus oscuras y abultadas fortunas, terminó siendo
clave en este logro. “Hasta esa época no habíamos ganado absolutamente nada. Nuestro
fútbol jamás se sentía capacitado para las grandes ligas”, indicó Alexis
García, volante de aquel Nacional, en el documental ‘Los dos Escobar’.
Incluso, el histórico entrenador
Francisco ‘Pacho’ Maturana -que llevó al verde a la cima continental- señaló
que “Colombia no existía en el fútbol. Después de esa época todo el mundo dice
Colombia existe”.
Los narcos realizaron inversiones
en los equipos mediante testaferros, patrocinaban jugadores, compraban y
‘arreglaban’ partidos y campeonatos, amenazaban o asesinaban jugadores,
árbitros o funcionarios.
El momento más crítico se vivió con el asesinato del árbitro Álvaro Ortega, el 15 de noviembre de 1989 en Medellín por orden de Pablo Escobar, que obligó al Gobierno nacional a suspender el campeonato profesional de fútbol. La muerte de Ortega es atribuida a apostadores de Medellín que invertían miles de millones de pesos en apuestas.
Tres años antes, el árbitro
chileno Gastón Castro vivió en carne propia los turbios manejos del cartel
liderado por Pablo Escobar. En los 80 se contrataban colegiados extranjeros
para las finales en Colombia, con el fin de darle mayor estatus al torneo y
bajar las sospechas de algún arreglo.
Castro llegó junto a su compatriota Enrique Marín a suelo cafetero para dirigir el duelo entre Atlético Nacional y América de Cali, por la séptima fecha del octogonal de 1986. Finalmente, el juez mundialista en España 1982 salió despavorido del país porque alguien tocó a la puerta de su hotel en Medellín para decirle cómo debía quedar el marcador del partido que horas después tenía que dirigir.
Tras recibir la amenaza del
cartel, Castro habló con el diario El Tiempo, de Bogotá, y afirmó: “Sentí la
muerte muy cerca… En Colombia el protagonista principal de un partido es el
árbitro y no los jugadores. El espectáculo, de hecho, está desvertebrado, muy
lejos de la esencia como tal. Cada partido es una guerra, donde parece que se
jugara la honra y el orgullo de una región. El sano esparcimiento desapareció”.
Años después, en 2019 y para el
canal de youtube colombiano ‘Arbitraje de Frente’, entregó mayores detalles de
la ‘pesadilla en Medellín:
“Faltaban 3 horas y en eso estaba
con el doctor Morales, funcionario de la Dimayor, en la habitación cuando
golpean la puerta. Le digo al doctor ‘se adelantaron los asistentes’, faltaba
todavía una hora, y abren la puerta dos hombres y dicen ‘Gastón Castro’…”.
“El doctor trata de cerrar de
puerta, pero como con un golpe de karate la abrieron y se fueron a abalanzar
hacia mí. Rompieron una lámpara -era un piso como 10 o 12-, se van encima mío
con un revólver y me dicen muchas groserías, me sacan mi nacionalidad y que si
yo no favorezco a Atlético Nacional me van a matar aquí o en cualquier parte”.
“Fue muy duro, muy difícil. Al doctor Morales lo agredieron. Después se fueron y me dijeron que si yo denunciaba me iban a matar, que conocían a mi familia y todo. Luego, llegaron los asistentes, les conté lo que había ocurrido y nos fuimos a la casa de los parientes de uno de los gurdalíneas”.
“Ante esto, saque fuerzas de
flaqueza, me olvidé que tenía a mis cuatro hijos y a mi esposa esperándome en
Chile. Fui a arriesgarme y dije ‘aquí voy a morir, no importa’, pero iba a
morir con las botas puestas”.
“Y cuando debía enfrentar el
partido, sobre la hora, y cuando todos se preguntaban ‘¿qué pasa con Gastón,
porque no ha llegado?’, aparecí y dije ‘he sido amenazado de muerte, por eso yo
no voy a dirigir este partido’”.
“Por supuesto que cuando llegué
al estadio todos me gritaban ‘borracho’ y yo les dije a las autoridades que me
iba a hacer la alcoholemia, pero en Estados Unidos. Si hay algún avión me la
hago en cualquier parte menos en Colombia”.
Al otro día el chileno hizo sus
descargos en la Dimayor, al igual que los directivos quienes respaldaron a
Castro diciendo que no estaba borracho y sus nervios y miedo eran latentes.
Apuntar que uno de los asistentes, Humberto Vargas, terminó dirigiendo el partido.
Fuente: BIO BIO CHILE
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